No hay religión en la entronización del yo. Dios nos pide
que seamos fieles a Él, que usemos los talentos que Él nos ha dado para que
podamos ganar a otros. Su voluntad debe ser hecha nuestra voluntad en todas las
cosas. Cualquier desviación de esa norma degrada nuestra naturaleza moral.
Puede que resulte en que saemos exaltados, en que nos enriquezcamos y que
seamos sentados junto a príncipes; pero a los ojos de Dios somos impuros y
profanos. Hemos vendido nuestro derecho de nacimiento por intereses y ganancias
egoístas, y en los libros del cielo está escrito acerca de de nosotros, Pesado
en las balanzas del santuario, y hallados faltos.
Pero si consideramos nuestros talentos como los dones del
Señor, y los usamos en Su servicio mostrando compasión y amor hacia nuestros
semejantes, somos canales a través de los cuales las bendiciones de Dios fluyen
al mundo; y en el gran día final seremos recibidos con las palabras “Bien, buen
siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el
gozo de tu señor.”
El tiempo repleto de oportunidades preciosas y doradas para
servir al Señor, está pasando rápidamente a la eternidad. . . . ¿Estás
aprovechando esas oportunidades a medida que pasan? No puedes darte el lujo de
despreciarlas; pues debes comparecer ante el tribunal de Dios, para responder
por los hechos realizados estando en el cuerpo. ¿Alegran y animan sus palabras a
los que acuden a usted en busca de ayuda y consuelo? ¿Fortalece su influencia a
aquellos con quienes se asocia? ¿Son entregados sus bienes son fielmente al
Señor?
El tiempo, cargado de oportunidades preciosas y doradas para
servir al Señor, está pasando rápidamente a la eternidad. . . . ¿Está usted
consagrado hoy al servicio del Señor? . . . Eche toda su ansiedad sobre el
Señor, y nunca permita que las cosas del mundo le separen de Él. Consagre todo
lo que tiene y es a él. Eso no es más que "vuestro culto racional".
No se demore; porque hay peligro en un momento de retraso. Unos cuantos años
más serán suyos para que trabajes en pro del Maestro, y luego se oirá la voz
que no puede negarse a responder, diciendo: "Da cuenta de tu
mayordomía".
Signs of the Times, 21 de enero del 1897.
Concluido.
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