Durante años, ha habido una tendencia creciente a que los
hombres que ocupan puestos de responsabilidad se enseñoreeb sobre la heredad de
Dios, eliminando así de los miembros de la iglesia su agudo sentido de la
necesidad de instrucción divina y una apreciación del privilegio de recibir
consejo divino con respecto a su deber. Este orden de cosas debe ser cambiado.
Debe haber una reforma. Los hombres que no tienen una rica medida de la
sabiduría que viene de arriba, no deben ser llamados a servir en posiciones
donde su influencia significa tanto para los miembros de la iglesia.
En mi experiencia pasada en el
mensaje, fui llamada a enfrentar este mal. Durante mis labores en Europa y
Australia, y nuevamente en la reunión del campamento de San José, tuve que
presentar mi testimonio de advertencia en contra de esto, porque a las almas se
les enseñaba a buscar sabiduría en el hombre, en lugar de mirar a Dios, quien
es nuestra sabiduría, nuestra santificación y nuestra justicia. Recientemente
se me ha dado el mismo mensaje, más definido y decisivo, porque ha habido una
ofensa más profunda al Espíritu de Dios. Paulsen Collection, pág. 277.
Concluido.
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