Wednesday, January 30, 2019

Armados Para el Conflicto



Hay muchos que no entienden el conflicto que está ocurriendo entre Cristo y Satanás sobre las almas de los hombres. No se dan cuenta de que si se colocan bajo la bandera manchada de sangre del príncipe Emmanuel, deben estar dispuestos a participar de Sus conflictos y librar una guerra decidida contra los poderes de las tinieblas.

 Al pensar en el conflicto, Pablo escribe a sus hermanos efesios exhortándolos "fortaleceos", a no ser débiles, vacilantes, siendo llevados de arrojados de acá para allá como las olas del mar. ¿Pero en qué han de fortalecerse? ¿En su propia fuerza? No. "Fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza". Él dice: "Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.... " (versículos 10-13). 

     La obtención de la vida eterna siempre implicará una lucha, un conflicto. Continuamente nos encontramos luchando la buena batalla de la fe. Somos soldados de Cristo; y se espera que aquellos que se alistan en su ejército realicen una obra difícil, una obra que pondrá a prueba sus energías al máximo. Debemos entender que la vida de un soldado es una de guerra agresiva, de perseverancia y resistencia. Por amor a Dios, debemos soportar las pruebas. 

     Las victorias no se obtienen mediante ceremonias o exhibiciones, sino mediante la simple obediencia al más alto general, el Señor Dios del cielo. El que confíe en ese Líder nunca conocerá la derrota. La obediencia a Dios es la libertad de la pobreza del pecado, la liberación de la pasión y del impulso humanos. El hombre puede ser conquistador de sí mismo, vencedor de sus propias inclinaciones, conquistador de principados y potestades, y de los "gobernadores de la oscuridad de este siglo" y sobre las " contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. . . .
     " Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes". Review and Herald, 17 de diciembre del 1908


Concluido.

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