Thursday, March 28, 2019

Un Corazón Agradecido


Le agradaría al Señor si hiciera un esfuerzo por olvidarse de si mismo. Comience a agradecer al Señor por su hogar y sus contornos agradables, y las muchas bendiciones temporales que Él le da. Al devolver agradecimiento al Señor por su bondad, puede hacer algo por Aquel que ha hecho todo por usted. Contemple las profundidades de la compasión que el Salvador sintió por usted. Por usted dio su vida, sufriendo la cruel muerte de la cruz. ¿No puede alabar al Señor por eso? Si esconde su vida en Cristo, Él le recibirá.

Si demuestra que tiene una fe activa, al tratar todos los días de ejercer su fuerza de voluntad, sus facultades ganarán fuerza. Lo sé por experiencia. Recuerdo en mi propio caso cómo mis facultades recuperaron su flexibilidad cuando intenté ejercerlas. ¿Intentará moverse y ser alegre en espíritu? Ponga su confianza en Jesús. Tenga fe en Él, y sea dócil en Sus manos. Recibirá una gran bendición haciendo un cambio en sus hábitos. . . .

Durante once meses después de ir a Australia, sufrí de reumatismo inflamatorio. No pude levantar mis pies del suelo sin sufrir un gran dolor. . . .

Durante esos once meses de sufrimiento. . . No me rendí. Mi brazo derecho, desde el codo hacia abajo, estaba entero, de modo que podía usar la pluma, y escribí mil quinientas páginas de papel de carta para publicar. Durante ese período, tuve el sufrimiento más terrible de mi vida. . . .

Pero a todo eso hay un lado alegre. Mi Salvador parecía estar cerca de mí. Sentí Su presencia sagrada en mi corazón, y estaba muy agradecida. Estos meses de sufrimiento fueron los meses más felices de mi vida, debido a la compañía de mi Salvador. . . . Su amor llenó mi corazón. A lo largo de mi enfermedad, su amor, su tierna compasión, fueron mi consuelo. . . .

Mire a Jesús, su compasivo y amoroso Salvador. Si arroja su alma indefensa sobre Cristo, Él traerá gozo y paz a su alma. Él será su corona de regocijo, su gran recompensa. Letter 34, 6 de febrero del 1907.

Concluido.

Wednesday, March 20, 2019

Siempre Para Su Bien


Cristo ha prometido ser nuestro Sustituto y Garante y no descuida a nadie. Hay una fuente inagotable de perfecta obediencia manando de su obediencia. En el cielo, sus méritos, su abnegación y sacrificio propio, son atesorados como incienso para ser ofrecidosvcon las oraciones de su pueblo.
A medida que las sinceras y humildes oraciones del pecador ascienden al trono deDios, Cristo mezcla con ellas los méritos de su propia vida y perfecta obediencia. Nuestras oraciones son hechas fragantes por medio de ese incienso. Cristo ha prometido interceder en nuestro favor, y el Padre siempre oye a su Hijo.

Si vamos a Dioa, sientiéndonos impotentes y dependientes, como somos en realidad, y en fe humilde y llena de confianza, damos a conocer nuestras necesidades a Aquel cuyp conocimiento es infinito, Quien hizo todo en la creación y Quien gobierna todo mediante su voluntad y su palabra, Él atenderá a nuestro clamor y dejará que luz resplandezca en nuestros corazones.
Mediante la sincera oración. soos puestos en conexión con la mente del Infinito. Puede que no tengamos ninguna evidencia notable en ese momento de que el rostro de nuestro Redentor se está inclinando sobre nosotros en compasión y amor, pero eso es lo que ocurre.Puede que no sintamos su toque visible, pero su mano está sobre nostros con amor y ternura llena de lástima.

Pidan, emtpmces, pidan; y recibirán. Pidanb humildad, sabiduría, valor y un aumento de su fe. A cada oración sincera una respuesta vendrá. Puede que no venga justamente como la desea o al tiempo en que la busca; pero vendrá en la manera y justamente al tiempo que mejor satisfaga su necesidad. Las oraciones que ofrecen en soledad, en cansancio, en medio de pruebas, Dios las contesta, no siempre de acuerdo a sus esperanzas, pero siempre para su bien.  Prayer, pág. 37.

Concluido.

Thursday, March 14, 2019

Cartas Dirigidas al Cielo


La oración no es una expiación por el pecado. No es una penitencia. No necesitamos acudir a Dios como criminales condenados, porque Cristo ha pagado la pena de nuestra transgresión. Él ha hecho una expiación por nosotros. Su sangre limpia del pecado. Nuestras oraciones son como cartas enviadas desde la tierra, dirigidas a nuestro Padre celestial. Las peticiones que ascienden de corazones sinceros y humildes seguramente lo alcanzarán. Él puede discernir la sinceridad de sus hijos adoptivos. Se compadece de nuestra debilidad y fortalece nuestras enfermedades. El ha dicho: "Pedid y Seos dará".

Muchas miembros de la familia humana no saben pedir como conviene. Pero el Señor es amable y tierno. Ayuda a sus enfermedades dándoles palabras para hablar. El que viene con un deseo santificado tiene acceso por medio de Cristo al Padre. Cristo es nuestro Intercesor. Las oraciones que se colocan en el incensario de oro de los méritos del Salvador son aceptadas por el Padre.

Toda promesa contenida en la Palabra de Dios es para nosotros. En sus oraciones, presente la palabra prometida por Jehová y con fe reclame Sus promesas. Su palabra es la garantía de que si pide con fe, recibirá todas las bendiciones espirituales. Continúe pidiendo, y recibirá mucho más abundantemente de lo que pueda pedir o pensar. Edúquese para tener una confianza ilimitada en Dios. Arroje todo su cuidado sobre él. Espere pacientemente por Él, y Él que ocurra.

Debemos ir a Dios, no con un espíritu de justificación propia, sino con humildad, arrepentiéndonos de nuestros pecados. Él es capaz de ayudarnos, está dispuesto a hacer por nosotros más de lo que pedimos o pensamos. Tiene la abundancia del cielo para suplir nuestras necesidades. . . . Dios es santo, y debemos orar, " levantando manos santas, sin ira ni contienda". (1 Timoteo 2:8.)

Hemos de buscar " primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas". (Mateo 6:33.)

Debemos estar listos para recibir la bendición que Dios otorgará a aquellos que lo buscan con todo el corazón, con sinceridad y verdad. Debemos mantener el corazón abierto si queremos recibir de la gracia de Cristo. Signs of The Times, 18 de noviembre del 1903.

Concluido.



Friday, March 8, 2019

El Plan de Dios Para Rescatar al Hombre

Como la Biblia presenta dos leyes, una inmutable y eterna, la otra provisional y temporal, así existen dos pactos. El pacto de gracia se hizo por primera vez con el hombre en el Edén, cuando después de la Caída, se le dio la promesa divina de que la simiente de la mujer había de herir la cabeza de la serpiente. Para todos los hombres, ese pacto ofreció el perdón y la gracia de Dios para la futura obediencia por medio de la fe en Cristo. También les prometió la vida eterna con la condición de fidelidad a la ley de Dios. Así los patriarcas recibieron la esperanza de la salvación.
Este mismo pacto fue renovado a Abraham en la promesa: "En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra". Génesis 22:18. Esa promesa señalaba hacia Cristo. Abraham lo comprendió de esa manera, y confió en Cristo para el perdón de los pecados. Fue esa fe la que le fue contada por justicia. El pacto con Abraham también afirmaba la autoridad de la ley de Dios. El Señor se le apareció a Abraham y le dijo: "o soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto". El testimonio de Dios con respecto a su fiel siervo era: "oyó Abraham mi voz, y guardó mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes". Génesis 17:1; 26:5.
El pacto de Abraham fue ratificado por la sangre de Cristo, y se llama el "segundo" o "nuevo" pacto, porque la sangre con la cual fue sellado se derramó después de la sangre del primer pacto.
El pacto de gracia no es una nueva verdad, porque existió en la mente de Dios desde toda la eternidad. Por eso se le llama el pacto eterno.
Hay esperanza para nosotros solo cuando estamos bajo el pacto de Abraham, que es el pacto de gracia por la fe en Cristo Jesús. El Evangelio predicado a Abraham, a través del cual tuvo esperanza, fue el mismo Evangelio que se nos predica hoy. . . . Abraham miró a Jesús, quien también es el autor y el consumador de nuestra fe. The Faith I Live By, pág. 77.
 
Concluido.