Friday, March 8, 2019

El Plan de Dios Para Rescatar al Hombre

Como la Biblia presenta dos leyes, una inmutable y eterna, la otra provisional y temporal, así existen dos pactos. El pacto de gracia se hizo por primera vez con el hombre en el Edén, cuando después de la Caída, se le dio la promesa divina de que la simiente de la mujer había de herir la cabeza de la serpiente. Para todos los hombres, ese pacto ofreció el perdón y la gracia de Dios para la futura obediencia por medio de la fe en Cristo. También les prometió la vida eterna con la condición de fidelidad a la ley de Dios. Así los patriarcas recibieron la esperanza de la salvación.
Este mismo pacto fue renovado a Abraham en la promesa: "En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra". Génesis 22:18. Esa promesa señalaba hacia Cristo. Abraham lo comprendió de esa manera, y confió en Cristo para el perdón de los pecados. Fue esa fe la que le fue contada por justicia. El pacto con Abraham también afirmaba la autoridad de la ley de Dios. El Señor se le apareció a Abraham y le dijo: "o soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto". El testimonio de Dios con respecto a su fiel siervo era: "oyó Abraham mi voz, y guardó mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes". Génesis 17:1; 26:5.
El pacto de Abraham fue ratificado por la sangre de Cristo, y se llama el "segundo" o "nuevo" pacto, porque la sangre con la cual fue sellado se derramó después de la sangre del primer pacto.
El pacto de gracia no es una nueva verdad, porque existió en la mente de Dios desde toda la eternidad. Por eso se le llama el pacto eterno.
Hay esperanza para nosotros solo cuando estamos bajo el pacto de Abraham, que es el pacto de gracia por la fe en Cristo Jesús. El Evangelio predicado a Abraham, a través del cual tuvo esperanza, fue el mismo Evangelio que se nos predica hoy. . . . Abraham miró a Jesús, quien también es el autor y el consumador de nuestra fe. The Faith I Live By, pág. 77.
 
Concluido.

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