Friday, July 5, 2019

Un Conquistador Reclamando su Victoria


 Acerca del sumo sacerdote de Israel, leemos: " llevará Aarón los nombres de los hijos de Israel en el pectoral del juicio sobre su corazón, cuando entre en el santuario, por memorial delante de Jehová continuamente". (Éxodo 28:29). ¡Qué hermosa y expresiva descripción del amor inmutable de Cristo por su iglesia! Nuestro gran Sumo Sacerdote de quien Aarón era un tipo, lleva a su pueblo sobre su corazón....Cristo, como el gran sumo sacerdote, haciendo una perfecta expiación por el pecado, se encuentra solo en divina majestad y gloria. Otros sumo sacerdotes eran solamente tipos, y cuando él apareció, la necesidad de sus servicios desapareció....Que los seres humanos, sujetos a la tentación, recuerden que las cortes celestiales tienen a un sumo sacerdote quien se compadece de nuestras debilidades, porque Él mismo fue tentado según nuestra semejanza.

Cristo es el ministro del verdadero tabernáculo, el sumo sacerdote de todos los que creen en Él como su Salvador personal, y su oficio ninguno puede tomar. Él es el sumo sacerdote de la iglesia....

Cristo ofreció su cuerpo magullado para comprar la herencia de Dios, para darle al hombre otro tiempo de prueba. "Por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos." (Hebreos 7:25.)

Mediante su vida inmaculada, su obediencia, su muerte en la cruz del calvario, Cristo intercede por la raza perdida. Y ahora, no como un simple suplicante, el Capitán de nuestra salvación intercede por nosotros, sino como un conquistador reclamando su victoria. Su ofrenda es completa, y como nuestro intercesor, ejecuta la obra que ha escogido, presentando ante Dios el incensario conteniendo sus promios méritos inmaculados y las oraciones, las confesiones, y el agradecimiento de su pueblo. Perfumados con la fragancia de su justicia, éstos ascienden a Dios como un grato olor. La ofrenda es totalmente aceptable, y el perdón cubre toda transgresión.
That I May Know Him, pág. 74.

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