Muchos, muchísimos, se sentirán terriblemente sorprendidos
cuando el Señor venga repentinamente como un ladrón en la noche. Velemos y
oremos, no sea que viniendo de repente, nos encuentre durmiendo. Mi alma se
conmueve profundamente al considerar cuánto debemos hacer por las almas que
perecen. La predicción de Daniel, "
Muchos correrán de aquí para allá, y la ciencia se
aumentará". (Daniel 12:4), ha de cumplirse cuando demos el mensaje de
advertencia; muchos han de ser instruidos acerca de la segura palabra
profética.
La salvación de las almas debe ser nuestra primera
consideración. Me preocupo cuando veo a muchos regocijándose en la prosperidad
temporal, porque aquellos que poseen un tesoro mundano rara vez buscan con
seriedad el asegurar el celestial. Están en peligro de caer en la tentación y
en una trampa, y en muchas codicias locas y dañosas que hunden a los hombres en
la perdición....
Necesitamos una confianza más firme en un "Así dice el
Señor". Si tenemos esto, no confiaremos en los sentimientos ni seremos
gobernados por los sentimientos. Dios nos pide que descansemos en su amor. Es
nuestro privilegio conocer la Palabra de Dios como una guía segura y probada,
una seguridad infalible. Trabajemos en el lado de la fe en esteasunto. Creamos
y confiemos, y hablemos con fe, esperanza y valor. Que la alabanza de Dios esté
en nuestros corazones y en nuestros labios con más frecuencia de lo que lo
está. "El que sacrifica alabanza me honrará" (Salmo 50:23). Mantengan
la mente en Dios y conozcan el amor de Cristo como lo revela la Palabra de
Dios. Esa Palabra es vida. Hablar de Cristo llama a los otros a contemplarlo
como su Redentor.
Es nuestro privilegio descansar en una fe activa y viva en
Cristo como dador de la vida. Es nuestro privilegio comprender con todos los
santos, cuál es la longitud, la profundidad y la altura, y conocer el amor de
Dios que excede a todo conocimiento, y estar llenos de toda la plenitud de
Dios. Contemplemos a Cristo como Aquel en quien habita toda plenitud. Al contemplarlo
como nuestro Salvador personal, apreciaremos el valor de Su gracia salvadora.
Debemos pensar en Jesús más que en nosotros. Debemos dejar que su alabanza esté
en nuestros corazones. Debemos hablar del amor que ha sido tan abundantemente
expresado hacia nosotros. Ciertamente tenemos todas las razones para alabar a
Dios con corazón, alma y voz, diciendo: Alabaré al Señor por su gran amor con
que me ha amado. . . .
Exaltadlo, al Cristo del Calvario; exaltadlo, para que el
mundo pueda contemplarlo. Hablen de su bondad, canten de su amor, y exprésenle
la gratitud de sus corazones.
Elena G de White, Letter 12, 23 de enero del 1907.
Concluido.
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