La misericordia es un atributo que el agente humano puede
compartir con Dios. Al igual que Cristo, uno puede aferrarse al brazo divino y
estar en comunicación con el poder divino. A nosotros se nos ha dado un servicio
de misericordia que realizar en favor de nuestros semejantes. Al realizar este
servicio, estamos trabajando junto con Dios. Hacemos bien, entonces, en ser
misericordiosos, así como nuestro Padre en el cielo es misericordioso.
La misericordia es amable, compasiva. La misericordia y el
amor de Dios purifican el alma, embellecen el corazón y limpian la vida del
egoísmo. La misericordia es una manifestación del amor divino, y es demostrada
por aquellos que, identificados con Dios, le sirven reflejando la luz del cielo
en el camino de sus semejantes.
La condición de muchas personas exige el ejercicio de la
verdadera misericordia. Los cristianos, en su trato mutuo, deben ser
controlados por principios de misericordia y amor. Deben aprovechar cada oportunidad
para ayudar a otros seres en peligro. El deber de todo cristiano se describe
claramente en las palabras: " No juzguéis, y no seréis juzgados; no
condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados. Dad, y se os
dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro
regazo". " Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan
con vosotros, así también haced vosotros con ellos". Estos son los
principios que haremos bien en apreciar.
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