Wednesday, September 16, 2020

Use Responsablemente los Dones del Habla y de la Influencia

 

Dios no ha dado los talentos caprichosamente. El que todo lo sabe, el que conoce a cada uno, ha dado a cada uno su trabajo. Aquellos a quienes Él ha confiado mucho no deben jactarse, porque lo que poseen no es suyo; se les presta a prueba; y cuanto mayor sea el don, mayor será el interés requerido. Día tras día Dios prueba a hombres y mujeres para ver si lo reconocerán como el Dador de todo lo que tienen. Observa para ver si demostrarán ser dignos de las riquezas eternas. El uso que hacen de sus preciosos dotes decide su destino por la eternidad.

De todos los dones que Dios ha otorgado a sus hijos, ninguno es capaz de ser una bendición mayor que el don de la palabra. Con la lengua convencemos y persuadimos; con ella ofrecemos oración y alabanza a Dios; y con ella le hablamos a los demás del amor del Redentor. Dios quiere que consagremos ese don a Su servicio, hablando solo palabras que ayuden a quienes nos rodean. Y si Cristo gobierna en nuestros corazones, nuestras palabras revelarán la pureza, la belleza y la fragancia de un carácter moldeado y formado por Él. Pero si estamos bajo la guía del enemigo de todo bien, nuestras palabras harán eco de sus sentimientos. Cuide bien sus palabras. Consagre su don del hala al servicio del Señor; porque algún día lo requerirá de sus manos.

Cada uno de nosotros ejerce una influencia sobre aquellos con quienes entramos en contacto. Esa influencia la tenemos de parte de Dios y somos responsables por la forma en que se usa. Dios quiere que la ponga de parte de lo bueno; pero depende de cada uno de nosotros el decidir si nuestra influencia será pura y elevadora, o si actuará como una malaria venenosa. Los que son partícipes de la naturaleza divina ejercen una influencia semejante a la de Cristo. Los santos ángeles los acompañan en su camino, y todos aquellos con quienes entran en contacto son ayudados y bendecidos. Pero aquellos que no reciben a Cristo como su Salvador personal no pueden influir sobre otros para bien. . . . Los tales pierden toda esperanza de la vida eterna y, con su ejemplo, extravían a otros. Cuide bien de su influencia; es "vuestro racional culto" póngalo de parte del Señor. Signs of the Times, 21 de enero del 1897.

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