Tuesday, November 28, 2023

Muestren su Religión


 Abraham fue honrado por las naciones vecinas como un príncipe poderoso y un jefe sabio y capaz. No cerró su influencia a sus vecinos. Su vida y carácter, en marcado contraste con los de los adoradores de ídolos, ejercieron una influencia reveladora a favor de la verdadera fe. Su lealtad a Dios era inquebrantable, mientras que su afabilidad y benevolencia inspiraban confianza y amistad y su sincera grandeza despertaba respeto y honor.

Su religión no se consideraba un tesoro precioso que debía ser celosamente guardado y disfrutado únicamente por su poseedor. La verdadera religión no puede sostenerse así, porque tal espíritu es contrario a los principios del Evangelio. Mientras Cristo habita en el corazón es imposible ocultar la luz de su presencia, o que esa luz se apague. Por el contrario, se volverá más y más brillante a medida que día a día las brumas del egoísmo y el pecado que envuelven el alma sean disipadas por los brillantes rayos del Sol de Justicia.

El pueblo de Dios son sus representantes en la tierra, y Él tiene la intención de que sean luces en la oscuridad moral de este mundo. Esparcidos por todo el país, en pueblos, ciudades y aldeas, son los testigos de Dios, los canales a través de los cuales comunicará a un mundo incrédulo el conocimiento de su voluntad y las maravillas de su gracia. Es Su plan que todos los que participan de la gran salvación sean misioneros para Él. La piedad del cristiano constituye la norma por la cual los mundanos juzgan el Evangelio. Las pruebas soportadas con paciencia, las bendiciones recibidas con gratitud, la mansedumbre, la bondad, la misericordia y el amor exhibidos habitualmente son las luces que brillan en el carácter ante el mundo, revelando el contraste con la oscuridad que proviene del egoísmo del corazón natural.  Conflict and Courage, pág. 59.

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