Tuesday, July 9, 2024

¿Ha Pedido?

 


El Señor quiere que pidamos para que podamos recibir. Allí están los mensajeros celestiales esperando la petición sincera y se acercan al alma hambrienta y sedienta. Entonces dejen que sus almas vayan enteramente en pos de Dios. Los mensajeros celestiales se vaciarán dentro de los tubos dorados que fluyen hacia los vasos de oro para iluminar a otros. Si piden creyendo, recibirán. Nunca, nunca estén destituidos del dorado acite, porque éste mantendrá sus lámparas encendidas.

Vayan con corazón humilde, pero presentando la promesa. Entonces crean que reciben. El nombre, el nombre omnipresente de nuestro Salvador, es nuestra seguridad y nuestra audacia. Dios se presenta ante nosotros como oyendo de la oración. Manténgase en terreno recto con Dios, para que pueda tener el testimonio del Espíritu de que es uno de sus elegidos, fieles y confiados.

Nunca permita que Satanás lo desaliente. practique la oración; cultive la humildad y la mansedumbre; sino encomiende la custodia de su alma a Dios. Dependa en todo lo que haga del Espíritu Santo, porque Él es nuestra fuerza, nuestra eficacia. Dependa en todo lo que hagá del Espíritu Santo, porque Él es nuestra fuerza, nuestra eficacia. El Señor siempre nos está entrenando a través de las dificultades. Ore, ore; sea constante en la oración. Encomiende todo a Dios en oración: sus preocupaciones comerciales, sus decepciones, sus alegrías, sus temores....Su corazón será apacible y alabará a Dios en su corazón....


Asciends a un alto nivel. No se entregue a charlas frívolas, sino deje que su alma salga en expresiones de sus labios acerca del amor de Jesús.
     
Seamos siempre sobrios, reverenciales, al tratar con la Palabra de Dios. Hay una consecuencia eterna en que empleemos correctamente nuestros talentos del habla, nuestros talentos de la voz y cada cualificación que se nos haya dada para ejercitarla y mejorar. Debemos ser puros en la palabra, santos en toda clase de conversación, acercándonos a Dios y Él a nosotros.
 
This Day With God, pág. 22.

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