Thursday, November 26, 2009

El Juicio de Dios Sobre los Madianitas


Por Elena de White
La obra de Moisés en favor de Israel estaba casi terminada; al anciano líder solamente un acto más por realizar antes de ir al descanso. “Haz la venganza de los hijos de Israel contra los madianitas,” fue la orden divina; “después serás recogido a tu pueblo”. Números 31:2. Este mandato fue comunicado a Israel, no como la palabra de Moisés, sino como la de Cristo, su Líder invisible y fue inmediatamente obedecida. Mil hombres fueron seleccionados de cada una de las tribus de Israel y enviados en contra de los madianitas. En las batallas que siguieron, ese pueblo fue derrotado con una gran matanza.
A los hombres que rápida e inmediatamente ejecutaron los juicios divinos sobre esas naciones paganas se les ha llamado crueles e inmisericordes al destruir tantas vidas humanas. Pero, todos los que razonan así no entienden el carácter y el modo de actuar de Dios. En su misericordia infinita, el Señor había perdonado por mucho tiempo a esas naciones idólatras, dándoles evidencia tras evidencia de que él, el poderoso Jehová, es el Dios a quien ellos debían servir. Le había ordenado a Moisés que no hiciera guerra en contra de Moab o Madián, porque su copa de iniquidad no estaba todavía llena. Le sería dada evidencia adicional; una luz clara e inequívoca, procedente del mismo trono de Dios brillaría sobre ellos.
Cuando el rey de Moab llamó a Balaam para que pronunciara una maldición sobre Israel y así lograr su destrucción, la misericordia y la bondad de Dios fueron mostradas de manera excepcional. Ese corrupto e hipócrita buscador de ganancias, cuyo corazón ansiaba maldecir al pueblo de Dios por una recompensa, fue constreñido a pronunciar sobre ellos las bendiciones más ricas y sublimes. Los mismos moabitas podían ver que era el poder de Dios el que controlaba al avariento profeta y lo compelió a proclamar a Israel como el escogido de Dios, y a su gran poder como su amparo en los acentos más exaltados de la Inspiración. Allí brilló el último rayo de luz sobre un pueblo de dura cerviz que estaba determinado a hacer su voluntad en desafío a la voluntad de Dios. Cuando, siguiendo la sugerencia de Balaam, la trampa fue puesta para Israel, la cual resultó en la destrucción de muchos miles, entonces fue que los madianitas llenaron la medida de su iniquidad. Entonces el día de su gracia terminó, la puerta de la misericordia fue cerrada para ellos y Aquel que puede crear y destruir dio el mandato: “Hostigad a los madianitas, y heridlos: por cuanto ellos os afligieron a vosotros con sus ardides con que os han engañado.” Números 25:17–18.
Los que se quejarían de Dios o pondrían en duda la sabiduría y justicia de su comportamiento hacia sus criaturas, deben darse cuenta de su incompetencia, de su sabiduría finita, y determinar qué conducta es más apropiada para el Juez de toda la tierra. Su principal preocupación debería ser conducirse de tal manera que no se conviertan en el objeto de su ira, y deberían permitirle al Señor tratar la obra de sus manos de acuerdo a sus sabios propósitos.
Moisés se había llenado de pesar e indignación ante los engañosos ardides mediante los cuales Israel había sido tentado a pecar, atrayendo de esa manera sobre sí la ira de Dios. En la orden de hacer guerra a los madianitas, Moisés vio no sólo la justicia de Dios al visitar sus juicios sobre los culpables, sino su misericordia en darle a Israel la victoria sobre un pueblo que estaba buscando su destrucción por medio de su astucia infernal. Los israelitas debían unirse en esta guerra, no para retribuir hostilidad o venganza, sino como los instrumentos de Dios para realizar su mandato, siendo influenciados solamente por el celo de la gloria divina.
Los hombres no entienden lo que están haciendo, cuando se permiten a sí mismos aún por un momento, dudar de la sabiduría y la benevolencia de Dios —al considerar como una especie de crueldad, los juicios derramados sobre los obstinados y los rebeldes. Pocos se dan cuenta de la malignidad del pecado. Es una lepra mortal contaminando a todos los que son puestos en contacto con ella. Si los hombres persisten en mostrar desprecio hacia la autoridad divina, Dios, quien los creó y cuya propiedad ellos son, tiene el perfecto derecho de retirarles las bendiciones de las cuales han abusado. El nombre de Dios y su autoridad como Gobernante del universo deben de ser mantenidos. Cuando la idolatría está alzando su orgullosa cabeza, cuando la blasfemia y la rebelión están fortaleciéndose, entonces, Dios reprueba los pecados de las naciones y las manifestaciones de su ira divina, las cuales ellos han provocado, caen sobre los transgresores de su ley. El Altísimo envía su orden de destrucción y escoge los instrumentos para llevar a cabo su voluntad. Se requiere que esos mensajeros de Dios realicen fielmente la obra que se les ha señalado, no importa cuán repulsiva resulte a sus sentimientos naturales. La historia sagrada no registra ningún caso en el cual esos hombres fueron condenados por una excesiva minuciosidad y severidad, sino que Dios ha censurado a sus siervos muchas veces por su falta de fidelidad al ejecutar sus juicios. Dios quisiera enseñarnos la lección de que en el juicio futuro, el castigo será impuesto sobre cada alma humana que obra el mal, de acuerdo a las obras realizadas en el cuerpo. Véase Romanos 2:6, 9.
El método de Dios para tratar con el pecado, no está de acuerdo con los puntos de vista acariciados por una clase numerosa que ocupa una posición prominente entre los profesos seguidores de Cristo. Muchos de esos hombres acarician el pecado, alaban la benevolencia y la paciencia de Dios y se espacían en el carácter amoroso de Jesús —en toda su misericordia y ternura— mientras pasan por alto las amenazas de la ira de Dios sobre el pecado y los pecadores, y las severas reprensiones de nuestro Salvador en contra de la hipocresía y el engaño propio. Quienes no tienen un profundo sentido de la enorme pecaminosidad del pecado, son los que están listos para poner en duda la justicia de Dios al castigar con tal severidad los pecados de los amalecitas, los cananeos y los madianitas. Los que aman el pecado son incapaces de comprender el trato de Dios con sus súbditos.
En nuestros días, como en los tiempos antiguos, hay una obra desagradable que hacer al reprobar el pecado. En esta obra, Dios usa hombres como sus instrumentos —hombres con un propósito determinado, a quienes ninguna amenaza o peligro los pueda intimidar, ni ninguna molestia los apartará de la senda del deber— hombres que nunca olvidarán su comisión sagrada como siervos del Altísimo. El Señor llama a hombres para que actúen prestamente, con el valor de héroes y la firmeza y fe de los mártires, para destrozar las imágenes idólatras que han usurpado su lugar en las mentes de los hombres y para que enfrenten a las fuerzas del mal en los campos de batalla. Pero en todo esto, no hay excusa para que ninguno consienta en la dureza o la severidad para gratificar sus propios sentimientos equivocados.
Dios quiere hombres a quienes él pueda usar para su gloria, ya sea para censurar y para ejecutar justicia o, con un corazón lleno de piedad y benevolencia, para llevar luz a los hogares llenos de oscuridad, para hablar paz al alma atormentada y señalar al pecador el amor perdonador de Cristo. La gran necesidad para este tiempo es la de hombres que estén calificados para hacer la voluntad de Dios —hombres que escucharán con corazones devotos las palabras de Dios y que se apresurarán a obedecer su voz.
Hay hombres llenos de celo, que afirman estar haciendo la voluntad de Dios, mientras que en realidad son gobernados por el impulso humano. Se sienten en libertad de desconfiar de los que no están de acuerdo con sus ideas, de criticarlos y desafiarlos. Se vuelven ofensivos a Dios y a su pueblo. Continuamente lastiman [a otros] y por su conducta equivocada, crean en otras personas un espíritu de desconfianza y odio hacia Dios, porque él emplea a tales hombres para hacer su obra. Pero el Señor no le da a esos hombres la gran obra que ellos consideran como suya. Si lo hiciera, les daría gracia para realizarla de acuerdo al orden del cielo, no al suyo. Aquellos a quienes se les permite ser colaboradores con Dios, deben cultivar el sentimiento de que en cada plan y obra, están haciendo la voluntad del Altísimo y que en toda emergencia, el Espíritu de Dios, no él de los hombres, ha de controlar.
Balaam, habiéndose rendido al control de la codicia y teniendo su corazón endurecido por la persistente rebelión, había unido su suerte con la de los madianitas y pereció en la matanza general. Había sentido el presentimiento de que su propio fin estaba cerca cuando exclamó: “Muera yo la muerte de los rectos, y mi postrimería sea como la suya”. Números 23:10. La suerte de Balaam es similar a la de Judas y sus caracteres tienen una marcada semejanza. Ambos habían recibido mucha luz y gozado de privilegios especiales, pero, como la gangrena, un simple pecado acariciado, envenenó todo el carácter y los llevó a la perdición.
Aunque los victoriosos israelitas destruyeron completamente los ejércitos de Madián, perdonaron a las mujeres y a los niños y los trajeron al campamento como cautivos. Cuando Moisés descubrió esto, se alarmó e indignó, y reprochó a los oficiales del ejército de esta manera: “He aquí, por consejo de Balaam ellas fueron causa de que los hijos de Israel prevaricasen contra Jehová en lo tocante a Baal–peor, por lo que hubo mortandad en la congregación de Jehová.” Números 31:16. [Los israelitas] no habían sido meticulosos al ejecutar los mandatos de Dios. La guerra en contra de Madián había sido una justa retribución sobre un pueblo culpable, del cual las mujeres habían sido las criminales principales. Si estas mujeres idólatras y licenciosas hubieran sido preservadas como cautivas, su presencia habría puesto constantemente en peligro la moral de Israel. La simpatía con la que se había perdonado a estas transgresoras estaba en contra de la voluntad de Dios.
Hay una simpatía por el pecado y por los pecadores que es peligrosa para la prosperidad de la iglesia en estos tiempos. Debéis tener caridad es el clamor. Pero ese sentimiento que excusaría el mal y protegería al culpable no es la caridad bíblica. La amistad de los impíos es más peligrosa que su enemistad, porque ninguno puede prevalecer en contra de los siervos del Dios viviente, excepto al tentarlos a la desobediencia.
El carácter ofensivo del pecado puede ser estimado solamente a la luz de la cruz. Cuando los hombres insisten en que Dios es demasiado misericordioso como para castigar a los transgresores de su ley, que contemplen el Calvario, que se den cuenta de que fue porque Cristo tomó sobre sí mismo la culpa del desobediente y sufrió en lugar de los pecadores, que la espada de la justicia se dejó caer sobre el Hijo de Dios. Fue para salvarnos de la vergüenza y de la confusión perpetua que él soportó el rechazo y la burla que el mundo acumuló sobre él. Fueron nuestros pecados los que causaron tan intensa agonía al Salvador, vertiendo oscuridad en su alma y arrancando de sus pálidos labios el angustioso clamor: “¡Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” Marcos 15:34.
Él fue contado entre los transgresores, hizo de su alma una ofrenda por el pecado para que en su justicia, el creyente, el pecador arrepentido pudiera estar justificado ante Dios.
Después de todo esto, si el hombre se niega a responder al gran sacrificio que ha sido hecho para ennoblecerlo y salvarlo, si obstinadamente escoge el camino del pecado, ¿lo excusará el gran Juez de la tierra de la transgresión voluntaria de su santa ley? Seguramente, todo lo que es noble y generoso en nuestra naturaleza debe responder a este amor como Jesús lo manifestó al sufrir por amor a nosotros. Que él tomara sobre sí mismo la naturaleza caída del hombre y sacrificara su vida por una raza de rebeldes, fue un ejemplo de humillación sin precedentes y la forma de su muerte hace esa humillación más evidente. Él se hizo “obediente hasta la muerte, y muerte de cruz”. Filipenses 2:8.
Jesús no era insensible a la ignominia. Sintió la desgracia del pecado mucho más agudamente de lo que es posible para el hombre sentirla, y su naturaleza divina y sin pecado fue exaltada sobre la naturaleza del hombre. Nunca debemos considerar el pensamiento de que la Majestad del cielo, tan santa y sin mancha, no fue agudamente sensitiva al desprecio y a la burla, al abuso y al dolor. Él le preguntó a la turba asesina en el Getsemaní: “¿Como contra un ladrón habéis salido con espadas y palos a prenderme?” Mateo 26:55. Jesús sintió agudamente este trato vergonzoso, sin embargo, por amor a nosotros, él soportó la muerte más ignominiosa y dolorosa que pudieran experimentar los mortales; una muerte que era apropiada para el más degradado de los criminales fue la que el Señor de Gloria sufrió para rescatar al hombre culpable. Que ninguno se jacte de que puede continuar en pecado y aún tener parte en la gran salvación que Cristo compró a un precio tan elevado, Dios es misericordioso y compasivo, pero él es también justo. Que la cruz del Calvario resuelva ese asunto para siempre. Tan ciertamente como Cristo, quien era inocente, sufrió por el culpable, de la misma manera, la ira de Dios caerá sobre las cabezas de los que persistan en transgredir su ley.
Signs of the Times, 6 de enero de 1881.

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¿QUÉ DEBEMOS LEER?


Por Elena G. de White


EL PROBLEMA de lo que leemos no es muy agitado hoy en día, aún entre los reformadores. ¿Por qué? Probablemente porque la nuestra es una generación que emplea poco tiempo en la lectura. Muchos prefieren usar su tiempo viendo un video, escuchando cintas grabadas o la radio. Recomendamos al lector que considere la aplicación de los principios que el Señor diseñó, para que hagamos una evaluación sobre cuál es la lectura apropiada, y consideremos cuáles programas en video o en audio son sanos y dignos de nuestro precioso tiempo. EL EDITOR.


La educación no es más que una preparación de las facultades físicas, intelectuales y espirituales para una mejor realización de todos los deberes de la vida. Las facultades de resistencia y la fuerza y actividad del cerebro son disminuídas o incrementadas por la manera en la cual son empleadas. La mente debe ser disciplinada de tal manera que todas sus facultades sean desarrolladas simétricamente.

Muchos jóvenes están ansiosos por los libros. Desean leer todo lo que puedan obtener. Que tengan precaución con respecto a lo que leen, como también acerca de lo que escuchen, He sido instruída de que ellos están en el mayor peligro de ser corrompidos por la lectura inapropiada. Satanás tiene miles maneeras de turbar las mentes de los jóvenes. Ellos no pueden estar a salvo si no están alertas en todo momento. Deben vigilar sus mentes, para que no sean seducidas por las tentaciones del enemigo.

Satanás sabe que la mente es afectada en alto grado por aquello de lo que se alimenta. Él está buscando llevar tanto a los jóvenes como a aquellos de edad madura a leer libros de historia, cuentos y otra literatura. Los lectores de esta clase de literaturra se inhabilitan para los deberes que están ante ellos. Viven una vida irreal y no tienen deseo de escudriñar las Escrituras para alimentarse del maná celestial. La mente que necesita ser fortalecida, es debilitada y pierde su poder para estudiar las grandes verdades que se relacionan con la misión y la obra de Cristo—las verdades que fortalecerían la mente, despertarían la imaginación y avivarían un fuerte deseo de vencer como Cristo venció.

Si una gran porción de los libros publicados pudiera ser consumida, una plaga que está haciendo una obra horrenda en la mente y en el corazón, podría ser detenida. Las historias de amor, las fábulas frívolas y excitantes y aún los libros que son catalogados como novelas religiosas—libros en los cuales el autor añade a su historia una lección moral—son una maldición para los lectores. Todos los sentimientos religiosos pueden ser entretejidos a través de un libro de hisstorias, pero, en la mayoría de los casos, Satanás está cubierto con vestiduras angelicales para podeer engañar y seducir de la manera más efectiva. Nadie está tan afianzado en los principios correctos, tan seguro contra la tentación, como para que no esté en peligro al leer esas historias.

Los lectores de ficción están complaciéndose en un mal que destruye la espiritualidad, eclipsando la belleza de la página sagrada. Esto crea una excitación malsana, enardece la imaginación, inhabilita la mente para ser útil, apaarta el alma de la oración y la descalifica para cualquier ejercicio espiritual.

Dios ha dotado a muchos de nuestros jóvenes con habilidades superiorees; pero muy a menudo ellos han enervado sus facultades, confundido y debilitado sus mentes de manera que por años no han crecido en la gracia o en el conocimiento de las razones de nuestra fe, debido a que no escogieron sabiamente su lectura. Aquellos que están esperando que el Señor venga pronto, “esto corruptible sea hecho incorruptible,” debeerían, en este tiempo de graccia permanecer sobre un plano de acción más elevado.

Mis queridos amigos y jóvenes, considerad vuestra propia experiencia en lo concerniente a la influencia de estas historias excitantes. ¿Pueden ustedes, después de semejante lectura, abrir la Biblia y leer con interés las palabras de vida? ¿No encuentran el libro de Dios carente de interés? El encanto de la historia de amor está en la mente, destruyendo su tono saludable y haciendo imposible que fijéis vuestra atención en las verdades importantes y solemnes, concernientes a vuestro bienestar eterno.

La naturaleza de la experiencia religiosa de una persona es reveladda por el carácter de los libros que escoge para leer en sus momentos libres. Para que tenga una mente sana y unos principios religiosos sóliddos, la juventud debe vivir en comunión con Dios a través de su Palabra. Señalando el camino de salvación a través de Cristo, la Biblia es nuestra Guía para una vida mejor y más elevada. Ésta contiene las biografías e historias más interesantes e instructivas que jamás se haayan escrito. Aquellos cuya imaginación no ha sido pervertida por la lectura de la ficción, encontrarán que la Biblia es el libro más interesante.

Descartad con determinación toda la lectura sin valor. Ésta no fortalecerá vuestra espiritualidad, sino que introducirá en vuestra mente sentimientos que pervierten la imaginación, ocasionando que penséis menos en Jesús y que meditéis menos en sus preciosas lecciones. Mantened la mente libre de todo lo que la pueda conducir en la dirección equivocada. No la abruméis con historias que no tienen valor, las cuales no fortalecen las facultades mentales. Los pensamientos son del mismo carácteer que el alimento provisto para la mente.

La Biblia es el Libro de los libros. Si amáis la Palabra de Dios, escudriñadla cada vez que tengáis oportuniddad, para que entréis en posesión de sus valiosos tesoros y seáis enteramente instruíddos para toda buena obra, entonces, podréis tener la seguriddad de que Jesús os está atrayendo hacia sí mismo. Pero no es suficiente leer la Escritura de una manera casual, sin buscar comprender la lección de Cristo para que podáis cumplir con sus requerimientos. Hay tesoros en la Palabra de Dios que pueden ser descubiertos sólo al introducir profundamente el barreno en la Mina de la Verdad.

La mente carnal rechaza la verdad; pero el alma que está convertida experimenta un cambio maravilloso. El Libro que antes carecía de atractivo y que revelaba verdades que testificaban en contra del pecador, ahora es el alimento del alma, el gozo y la consolación de la vida. El Sol de Justicia ilumina las Páginas Sagradas y el Espíritu Santo habla al alma a trvés de ellas. Para aquellos que aman a Cristo, la Biblia es como el jardín de Dios. Sus promesas son tan gratas al corazón como la fragancia de las flores son a los sentidos.

Que todos los que han cultivado un amor por la lecturra ligera, dirijan ahora su atención a la infalible Palabra de la Profecía. Tomen sus Biblias y empiecen a estudiar con interés fresco los Registros Sagrados del Antiguo y del Nuevo Testamento. Mientras más a menudo y con mayor diligencia estudiéis vuestras Biblias, más hermosa parecerá, y menos disfrutaréis de la lectura ligera. Unid este Precioso Volumen a vuestros corazones. Éste será para vosotros un Amigo y Guía. The Youth’s Instructor, 9 de octubre de 1902.

Sugerimos esta dirección web para aquellos que deseen leer libros en castellano que se puedan descargar gratuitamente:
http://caminoalcielo.com/

LECCIONES DE EXPERIENCIAS PASADAS


LOS TESTIMONIOS de los primeros pioneros de la iglesia generalmente proporcionan aliento y lecciones oportunas para el pueblo de Dios que está viviendo más de 150 años después de qu el movimiento adventista empezó. Uno de estos miembros fue George O. States, autor del libro titulado My Lodge Experience: Secret Order and Why I Left It. [Mi Experiencia en la Logia: La Orden Secreta y Por qué la Dejé.] States también escribió una serie de relatos cortos titulados:
“Lessons From Past Experiences,” [Lecciones de Experiencias Pasadas, ] algunas de las cuales fueron experiencias directas con la familia White. Estas series fueron publicadas en la Review and Herald de los años 1906 1908.

No. 1

En el verano de 1853, algunas reuniuones para los creyentes en el condado de Jackson, Michigan, fueron llevadas a cabo en un granero nuevo en Sylvan. Esta reunión fue dirigida por el Hno. y la Hna. White y la mayoría de los ministros de Michigan estuvieron presentes. Mi madre había comenzado a observar el sábado y creo que fue bautizada en esa reunión.

En esa ocasión la Hna. White fue arrebatada en visión y se le mostraron algunas cosas relacionadas con la obra en Michigan. Ella presentó un testimonio personal para H. S. Case, el cual él rechazó. En esos primeros días del mensaje no teníamos organización y cualquiera que sentía que tenía un llamado para dar el mensaje, simplemente conseguía a algún ministro que tuvieera una buena reputación para que le diera una declaración escrita que lo recomendara a nuestro pueblo. De esa manera entraron entre nosotros algunos representantes mediocres de la verdad que estaban predicando. En esa visión se le mostró a la Hna. White que algunos de los ministros estaban usando tabaco y ellos fueron censurados por hacer esto. Un ministro se paró y discutió en favor del tabaco diciendo que éste era de ayuda para él y que algunos habían declarado qué bueno había sido uno de sus sermones, pero el hecho fue que cuando él lo predicó, tenía un pedazo de tabaco en su boca que había sido remojado en coñac durante la noche. El Hno. White recalcó que él había predicado bajo la inspiración del tabaco y del coñac en lugar del Espíritu de Dios.

Mi madre me explicó acerca de la visión de la Hna. White durante la cual ella estuvo por algún tiempo sin respirar mientras sus ojos estaban abiertos, de igual forma que los profetas de los tiempos bíblicos. A pesar de que sólo era un niño, estas cosas me impresionaron y están todavía muy vívidas en mi mente. Como resultado de ese testimonio, fue decidido que el uso del tabaco no estaba de acuerdo con el mensaje, el cual era el de preparar a un pueblo para “presentarse sin falta ante el trono” y de allí en adelante nadie que lo usara seería recomendado para predicar. Aquellos que se preocuparon más por su tabaco que por la verdad, nos dejaron cuando esta deslealtad a Dios les fue impuesta.

No.2

Poco tiempo después de esta reunión en Sylvan, H. S. Case convocó una reunión para saber cuántos estaban dispuestos a apoyarlo en su obra de oposición a las visiones de la Hnaa. White. Cuando la prueba vino, casi la mitad de los creyentes se pusieron de su parte. Todos ellos declararon cuán firmeemente creían en el sábado y en otros aspectos del menssaje y que cada porción estaba correcta con excepción de las visiones y que ellos siempre guardarían el sábado y apoyarían firmemente la verdad. Pronto empezaron un periódico llamado The Messenger of Truth [El Mensajero de la Verdad], el cual estaba lleno de declaraciones falsas de nuestra obra y manifestaron las grandes cosas que esperaban lograr cuando aquellos que eran dirigidos por una mujer hubieran fracasado. Éste fue sin lugar a dudas un tiempo de prueba para los creyentes, mientras éramos ridiculizados por apoyar los Testimonios.

Por un tiempo, esto pareció muy desalentador y las horas de trabajo de nuestros ministros leales estaban ocupadas en exponer las falsedades que eran pronunciadas por el Partido del Mensajero. Tan pronto como se expuso una falsedad, otra fue inventada y pensamos con seguridad que ésta debería ser denunciada. Alrededdor de ese tiempo se le mostró a la Hna. White que si nos manteníamos en nuestra obra, predicando la verddad sin tener en cuenta a los del Partido del Mensajero, ellos terminarían batallando entre ellos mismos y pronto nuestros números aumentarían al doble. Siguiendo esta instrucción del Señor, nuestra obra avanzó como nunca y los líderees de la oposición empezaron a pelear entre ellos. Su dirigente, H. S. Case, pronto abandonó el ssábado y por años vivió en el norte de Michigan trabajando en la pesca. Llegó a ser un hombre muy profano y murio en esa condición.

Cuando ese periódico se suspendió, sus seguidores dejaron el sábado o se decidieron por el mensaje completo. Esto terminó con la primera oposición abierta probando la verdad de 2 Crónicas 20:20. “Creed en Jehová vuestro Dios, y estaréis seguros; creed a sus profetas, y seréis prosperados”. En las oposiciones que se presentaron más tarde, vemos que todas ellas han sido del mismo carácter que la primera.

En Defensa de la Ley de Dios



Por Jeff Wehr
Jesús dijo, “No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasarán de ningún modo de la ley, hasta que todo se haya realizado. Por tanto, cualquiera que suprima uno de estos mandamientos aun de los más insignificantes, y enseñe así a los hombres, será llamado el menor en el reino de los cielos; mas cualquiera que los cumpla y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos.” Mateo 5:17–19.
Me he sentido impulsado a escribir esta serie de artículos en defensa de los Diez Mandamientos porque:
– La ley de Dios es: santa, justa y buena [y] espiritual. Véase Romanos 7:12, 14.
– Todos seremos juzgados por esa “ley de la libertad”. Santiago 2:12.
– Jesús venció y condenó al pecado en nuestra carne y sangre “para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, los que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.” Romanos 8:4.
– Vivimos en un mundo donde la desobediencia abunda.
– Muchos en la cristiandad enseñan que los cristianos no están bajo ninguna obligación de guardar la ley moral de Dios.
– El papado da a entender que tiene la autoridad para cambiar la ley de Dios.
– Muchos protestantes están trabajando actualmente con el Vaticano para legislar leyes dominicales obligatorias, que no son ni constitucionales ni bíblicas.
Muchos de los más respetados eruditos cristianos han reconocido las demandas obligatorias de los Diez Mandamientos de Dios.
Dwight L. Moody dijo: “La ley que fue dada en el Sinaí no ha perdido su solemnidad. El tiempo no puede borrar su autoridad o el hecho de su autoridad . . . Nunca he conocido a un hombre honesto que le haya encontrado defectos a los Diez Mandamientos . . . Los Mandamientos de Dios dados a Moisés en el monte en Horeb son obligatorios hoy, como siempre lo han sido desde el tiempo en que fueron proclamados a los oídos del pueblo.” Weighed and Wanting, págs. 11, 15.
El fundador de la Iglesia Presbiteriana, John Calvin, dijo: “No debemos imaginar que la venida de Cristo nos ha liberado de la autoridad de la ley, porque es la regla eterna de una vida devota y santa y por lo tanto es tan inalterable como la justicia de Dios, la cual ésta abarca, y es constante y uniforme.” Calvin’s Comment en Mateo 5:17 y Lucas 16:17, en el Commentary on a Harmony of the Gospels, tomo 1, pág. 277.
El predicador bautista Charles Spurgeon dijo: “La ley de Dios debe ser perpetua. No ha sido abrogada, ni reformada. No debe ser atenuada o ajustada a nuestra condición caída; porque cada uno de los juicios justos del Señor permanecerá para siempre . . . Para mostrar que él nunca intentó abrogar la ley, nuestro Señor Jesús personificó todos sus requerimientos en su propia vida.” Branson, In Defense of the Faith, págs. 21–22.
El metodista, Dr. Adam Clarke escribió: “De manera que parece que el hombre no puede tener una noción verdadera del pecado sino es solamente por medio de la ley de Dios . . . Y nótese que la ley no sólo llenó este propósito únicamente entre los judíos en los días del apóstol; sino que también es tan necesaria para los gentiles en esta hora presente. Tampoco encontramos que el verdadero arrepentimiento toma lugar donde la ley moral no es predicada o puesta en vigor. Los que predican el Evangelio solamente a los pecadores, en el mejor de los casos, sólo curan ligeramente el quebranto de la hija de mi pueblo. Por lo tanto, la ley, es el gran instrumento en las manos del ministro fiel para alertar y despertar a los pecadores, y con toda seguridad, él puede mostrar que cada pecador está bajo la ley, y por consiguiente, bajo su maldición, los que no se han refugiado para asirse de la esperanza puesta delante de nosotros por el Evangelio: porque también en ese sentido, Jesucristo es el fin de la ley para justicia a todos los que creen. (Véase Romanos 7:13.)” A Commentary and Critical Notes, New York: Lane and Scott, pág. 1851.
El erudito presbiteriano Dr. Albert Barnes escribió: “De aquí aprendemos: [1. Que toda la ley de Dios es obligatoria para los cristianos. Compárese con Santiago 2:10. [2. Que todos los mandamientos de Dios deberían ser predicados en su lugar apropiado por los ministros cristianos. [3. Que aquellos que pretenden que hay leyes de Dios tan pequeñas que no necesitan ser obedecidas, no son merecedores de su reino. Y [4. Que la verdadera piedad respeta todos los mandamientos de Dios. Compárese con el Salmo 119:6.” Barnes, Commentary, nota sobre Mateo 5:19.
El gran predicador John Wesley escribió: “La ley ritual o ceremonial, dada por Moisés a los hijos de Israel, conteniendo todas las ordenanzas y preceptos que se relacionaban con los sacrificios antiguos y con el servicio del templo, el Señor ciertamente vino a destruir, disolver y a abolir completamente. Todos los apóstoles testifican acerca de esto. . . Esta ‘escritura de ordenanzas’ nuestro Señor la borró, la quitó y la clavó a la cruz. Véase Colosenses 2:14.
Pero él no quitó la ley moral contenida en los Diez Mandamientos y puesta en vigor por los profetas. No fue el propósito de su venida revocar ninguna parte de ella. Esta es una ley que nunca puede ser quebrantada, que permanece ‘como un testigo fiel en el cielo.’ La ley moral se perpetúa sobre un fundamento completamente diferente de la ley ritual o ceremonial . . . Cada parte de esta ley debe permanecer en vigor para toda la humanidad en todas las edades, sin depender ya sea del tiempo, el lugar o cualquier otra circunstancia susceptible a cambio; sino en la naturaleza de Dios y en la naturaleza del hombre y en su relación inmutable del uno con el otro.” Sermons on Several Occasions, tomo 1, págs. 221–222.
En otro lugar, John Wesley dijo: “La más sorprendente de todas las circunstancias que acompañan a este poderoso engaño, es que los que se han entregado a éste, ¡realmente creen que honran a Cristo al destruir su ley y que están magnificando su ministerio mientras están arruinando su doctrina! Sí, ellos lo honran de la misma manera en que lo hizo Judas cuando dijo: ‘Salve Maestro,’ y lo besó’. Véase Mateo 26:49. Y él puede decirle tan justamente a cada uno de ellos: ‘¿Con un beso entregas al Hijo del Hombre?’ Lucas 22:48. No es nada más que traicionarlo con un beso, al hablar de su sangre y quitarle su corona; ver la luz por cualquier parte de su ley bajo el pretexto de avanzar su Evangelio. Ciertamente, nadie que predique la fe de esta manera, ya sea directa o indirectamente y tienda a poner a un lado cualquier rama de obediencia, puede escapar de esta acusación y el que predica a Cristo como para anular o debilitar en cualquier manera, el menor de los mandamientos de Dios.” Works of Wesley, tomo 1, págs. 225–226.
Entonces, ¿qué es la ley de Dios? Los Diez Mandamientos de Dios son sus reglas morales que gobiernan su creación. Los primeros cuatro mandamientos, definen nuestra amorosa relación con Dios y los últimos seis, nuestra amorosa relación con nuestro prójimo. Si estos mandamientos fueran guardados estrictamente, producirían comunidades llenas de decencia y tranquilidad doméstica. No habría idolatría, profanidad, quebrantamiento del sábado, desobediencia a los padres, asesinato, adulterio, robo, mentira o codicia. ¿Le gustaría vivir en una comunidad como esa?
La ley de Dios es eterna e inmutable como Dios mismo. La Biblia dice, “Fieles son todos sus mandamientos, afirmados eternamente y para siempre.” “Y eterno es todo juicio de tu justicia”. Salmo 111:7–8; 119: 160.
Algunos enseñan que la ley de Dios ha sido abolida, pero Jesús dijo: “No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasarán de ningún modo de la ley, hasta que todo se haya realizado.” Mateo 5:17–18. Jesús dijo acerca de sí mismo: “Yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor”. Juan 15:10. De hecho, el profeta Isaías dijo con respecto al Salvador: “Jehová se complació por amor de su justicia en magnificar la ley y engrandecerla.” Isaías 42:21. ¿Magnificó Jesús la ley y la honró al abolirla? ¡En ninguna manera! Cristo vino y vivió una vida sin pecado “para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, los que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.” Romanos 8:4.
Entonces, ¿cómo magnificó Cristo la ley? Jesús dijo: “Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón.” Mateo 5:27–28. ¿Abolió Jesús el séptimo mandamiento? ¡Ciertamente no! Él hizo justamente lo opuesto. Cristo definió el adulterio más allá del acto físico. Él magnificó la ley al declarar que usted puede cometer adulterio en su corazón.
Nunca en las Escrituras, ninguno de los Diez Mandamientos es minimizado o abolido. Pablo hace la misma pregunta acerca de si la ley es abolida. “¿Luego invalidamos la ley por medio de la fe?” ¿Cuál es la respuesta? “¡En ninguna manera!, sino que afianzamos la ley”. Romanos 3:31.
A través de la Biblia, la ley de Dios es exaltada. Pablo dijo: “De manera que la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno. . . Porque sabemos que la ley es espiritual . . . me deleito en la ley de Dios”. Romanos 7:12, 14, 22. Pablo no nos dice que la ley fue santa, buena y espiritual. Él declara que la ley es santa, buena y espiritual. Después de todo, el salmista dice: “La ley de Jehová es perfecta, que reconforta el alma”. Salmo 19:7. Y Salomón escribió: “La conclusión de todo el discurso oído es ésta: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre.” Eclesiastés 12:13.
El amado Juan declara: “El que dice: Yo he llegado a conocerle, y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él.” 1 Juan 2:4. Santiago dice: “Porque cualquiera que guarda toda la ley, pero ofende en un punto, se hace culpable de todos. Porque el que dijo: No cometerás adulterio, también dijo: No cometerás homicidio. Ahora bien, sí no cometes adulterio, pero cometes homicidio, ya te has hecho transgresor de la ley.” Santiago 2:10–11.
Cuando un joven vino a Jesús y le preguntó cómo podía recibir la vida eterna, Jesús le dijo, “Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos”. Mateo 19:17.
Cuando Jesús reprendió a los líderes religiosos de su tiempo por su hipocresía, él dijo, “¿Por qué también vosotros quebrantáis el mandamiento de Dios por vuestra tradición? Porque Dios mandó diciendo: Honra a tu padre y a tu madre”. Mateo 15:3–4.
Estos principios morales existieron mucho antes de la entrada del pecado y la creación de este mundo. La Biblia dice: “Toda injusticia es pecado”. 1 Juan 5:17. “El pecado es infracción de la ley”. 1 Juan 3:4. “Pero donde no hay ley, tampoco hay transgresión”. Romanos 4:15. Y “no se imputa donde no hay ley”. Romanos 5:13. Por lo tanto, donde hay pecado están las demandas obligatorias de la ley de Dios.
El pacto que Dios quiere hacer con nosotros incluye su ley. La Biblia dice, “Este es el pacto que haré con ellos después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, y las inscribiré en sus mentes, y nunca más me acordaré de sus pecados e iniquidades.” Hebreos 10:16–17. Véase también Jeremías 31:33.
Dios quiere escribir su ley en nuestros corazones y mentes. Él quiere que no sólo conozcamos sus mandamientos (en la mente) sino que los amemos (en nuestro corazón.) Pablo dice, “me deleito en la ley de Dios”. Romanos 7:22.
Santiago dijo: “Si en verdad cumplís la ley regia, conforme a la Escritura: Amarás a tu prójimo como a ti mismo, bien hacéis”. Santiago 2:8. Se requiere amor para guardar los mandamientos de Dios. Como Jesús dijo: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, y con toda tu mente. Éste es el primero y gran mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas”. Mateo 22:37–40.
Pablo declara que el “objetivo” o el cumplimiento “de este mandamiento es el amor nacido de corazón limpio, y de buena conciencia, y de fe no fingida”. 1 Timoteo 1:5. Otra vez Pablo escribe, “No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley. Porque lo de: No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás, y cualquier otro mandamiento, en esta máxima se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. El amor no hace mal al prójimo; así que la plenitud de la ley es el amor.” Romanos 13:8–10.
Al final, Dios tendrá nuevamente un pueblo que por su gracia guardará todos los Diez Mandamientos . La Biblia declara: “Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús.” “Entonces el dragón se encolerizó contra la mujer; y se fue a hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo.” Apocalipsis 14:12; 12:17.
Estos santos de los últimos días escogerán guardar sus mandamientos porque:
– Cristo es digno de nuestra obediencia;
– queremos agradar al que nos creó y murió por nosotros;
– deseamos mostrar nuestro amor tanto a Dios como al hombre;
– los mandamientos son una delicia.
– queremos estar protegidos de los resultados seguros que trae su transgresión;
– debemos prepararnos a través de la gracia divina, para vivir a la vista de un Dios santo; y
– necesitamos prepararnos mediante la fe para vivir en armonía con los ángeles santos y los habitantes de los mundos no caídos. Después de todo: “Bienaventurados los que lavan sus ropas, para poder tener acceso al árbol de la vida y para entrar por las puertas en la ciudad.” Apocalipsis 22:14.

El Tabaco


1. Efectos del uso del tabaco

Efectos en el cuerpo. El tabaco es un veneno lento e insidioso, y sus efectos son más difíciles de eliminar del organismo que los del alcohol.

El uso del tabaco es un hábito que con frecuencia afecta el sistema neervioso de una manera más poderosa que el uso del alcohol. Ata a la víctima con lazos de esclavitud aún más fuertes de los de la copa embriagante; el hábito es más difícil de vencer. En muchos casos, cuerpo y mente están intoxicado más profundamente con el uso del tabaco que con los licores espirituosos, porque es un veneno más sutil.

Los que usan tabaco son culpables ante Dios. El tabaco, en cualquier forma que se lo use, afecta el organismo. Es un veneno lento. Afecta el cerebro y ofusca la facultad de razonar, de manera que la mente no puede discernir claramente las cosas espirituales, especialmente aquellas verdades que tendrían una tendencia para corregir esta corrupta complacencia. Los que usan el tabaco en cualquier forma no son limpios delante de Dios. Es imposible para ellos glorificar a Dios con semejante práctica corrupta en sus cuerpos y en sus espíritus, que son de Dios. Y mientras sigan usando venenos lentos pero seguros, que están arruinando su salud y rebajando las facultades de la mente, Dios no puede aprobarlos. Puede tener misericordia de ellos mientras se complacen en este hábito pernicioso sin saber el daño que les está haciendo, pero cuando se les presenta el asunto en su verdadera luz, entonces son culpables delante de Dios si siguen complaciendo este indecoroso apetito.

Disminuye la resistencia y debilita las facultades de recuperación. El poder sanador de Dios gobierna sobre toda la naturaleza. Si un ser humano se corta la carne o se rompe un hueso, la naturaleza comienza inmediatamente a curar la herida, preservando de esta forma la vida del hombre. Pero el hombre puede colocarse en una posición donde la naturaleza es estorbada, de modo que no puede hacer su obra. . . Si se usa tabaco, . . . . el poder sanador de la naturaleza se debilita en mayor o menor medida.

La siembra y la cosecha. Recuerden viejos y jóvenes que ante toda violación de las leyes de la vida la naturaleza hará sentir su protesta. El castigo caerá sobre las facultades tanto mentales como físicas, y no se detendrá en el que practica este hábito con culpable liviandad. Los efectos de su mala conducta se ven en su descendencia, y así los males hereditarios se transmiten hasta la tercera y la cuarta generacion. Pensad en esto, padres, cuando os complacéis con el tabaco, esa sustancia nociva que ofusca la mente y el alma. ¿Adónde os llevará esta práctica? ¿A quién afectará, además de vosotros?

Entre los niños y jóvenes el uso del tabaco hace un daño incalculable. Las prácticas malsanas de las generaciones pasadas afectan a los niños y jóvenes de hoy. La incapacidad mental, la debilidad física, las perturbaciones nerviosas y los deseos antinaturales se transmiten como un legado de padres a hijos. Y las mismas prácticas, seguidas por los hijos, aumentan y perpetúan los malos resultados. A esta causa se debe en gran parte la deterioración física, mental y moral que produce tanta alarma.

Los muchachos empiezan a hacer uso del tabaco a edad muy temprana. El hábito que adquieren cuando el cuerpo y la mente son particularmente susceptibles a sus efectos, socava la fuerza física, impide el crecimiento del cuerpo, embota la inteligencia y corrompe la moralidad.

Comienzo de la intemperancia del tabaco. No hay apetito narural por el tabaco en la naturaleza, a menos que sea heredado.
Por el uso del té y del café se forma un apetito por el tabaco.

Los alimentos a base de carne y altamente sazonados, y el té y el café cuyo consumo algunas madres fomentan en sus hijos, los preparan para desear esimulantes más fuertes, como el tabaco. El uso de éste despierta el deseo de ingerir bebidas alcohólicas.



El alimento preparado con condimentos y especias, inflama el estómago, corrompe la sangre y prepara el camino para estimulantes más fuertes. Produce debilidad nerviosa, impaciencia y falta de dominio propio. Luego siguen el tabaco y la copa de vino.

Vidas sacrificadas. El alcohol y el tabaco contaminan la sangre de los hombres, y miles de vidas se sacrifican cada año a estos venenos.

La naturaleza hace todo lo que puede para eliminar el tabaco, sustancia venenosa, pero a menudo es vencida. Renuncia a la lucha para eliminar al intruso, y la vida se sacrifica en el conflicto.

Usar tabaco es suicidarse. Dios requiere pureza de corazón y limpieza personal ahora, tanto como cuando dio sus instrucciones especiales a los hijos de Israel. Si Dios fue tan minuciosoen exigir la limpieza de aquellos que estaban viajando en el desierto, que estaban casi todo el tiempo al aire libre, no requiere menos de nosotros que vivimos en casas techadas donde las impurezas son más visibles, y que tenemos un ambiente menos saludable. El tabaco es un veneno de la especie más engañosa y maligna porque tiene una influencia, excitante primero y luego paralizadora, sobre los nervios del cuerpo. Es tanto más peligroso porque sus efectos en el organismo son muy lentos y al principio difíciles de ser apreciados. Multitudes han caído víctimas dee su influencia venenosa. Ciertamente se han suicidado mediante este lento veneno. Preguntamos: ¿Cuál será su despertar en la mañana de la resurrección?

No hay defensa. La intemperancia de cualquier especie es como un grillete que tiene asidos a los seres humanos. Los embriagados por el tabaco se están multiplicando. ¿Qué diremos de este mal? Es sucio; nubla la mente; embota los sentidos; encadena la voluntad; mantiene a sus víctimas en la esclavitudd de hábitos difíciles de venceer; tiene a Satanás por abogado. Destruye las claras percepciones de la mente de manera que el pecado y la corrupción no pueden distinguirse de la verdad y la santidad. Este apetito por el tabaco es autodestructor. Lleva a un anhelo por algo más fuerte: los vinos y bebidas fermentadas, todos los cuales son embriagantes.

2. La influencia contaminadora y desmoralizadora del tabaco

Lo encontramos en todas partes. Doquiera vayamos, encontramos al aficionado al tabaco que está debilitando mente y cuerpo con su complacencia favorita. ¿Tienen derecho los hombres a privar a su Hacedor y al mundo del servicio que les corresponde? . . .

Es un hábito repugnante qque contamina al que lo practica y es muy molesto para los demás. Difícilmente podemos pasar a través de una muchedumbre sin que los hombres nos arrojen al rostro su aliento envenenado. Es desagradable, sino peligroso, permanecer en un vagón de tren o en una habitación donde la atmósfera esté impregnada de los olores del alcohol y del tabaco.

Maldice y mata. Mujeres y niños sufren por tener que respirar en la atmósfera que ha sido contaminada por la pipa, el cigarro, o el pestilente aliento del que usa tabaco. Los que viven en esta atmósfera siempre estarán enfermos.

Los pulmones de los niños sufren y se enferman al inhalar la atmósfera de una habitación envenenada por el aliento corrompido del que usa tabaco. Muchos niños se envenenan inevitablemente al dormir en las camas con sus padres fumadores. Al inhalar los efluvios venenosos del tabaco, arrojados de los pulmones y eliminados por los poros de la piel, el organismo del niño se llena de veneno. Mientras que en algunos niños actúa como un veneno lento y afecta el cerebro, el corazón, el hígado y los pulmones, que se van debilitando y desmejorando paulatinamente, en otros tiene una influencia más directa, produciendo espasmos, ataques, parálisis y muerte repentina.

Los padres adoloridos lloran la pérdidda de sus amados, y se preguntan el porqué de los misteriosos caminos de Dios, quien los ha afligido tan cruelmente, cuando la Providencia no dispuso la muerte de esos niños. Murieron mártires del corrompido deseo de tabaco. Cada exhalación de los pulmones del esclavo del tabaco envenena el aire a su alrededor.

Un factor del aumento del crimen. El uso del tabaco y de las bebidas alcohólicas tiene mucho que ver con el aumento de la enfermedad y el crimem.

El uso de licores o del tabaco destruye los nervios sensitivos del cerebro y obnubila la facultad de razonar. Bajo su influencia se cometen crímenes que no se hubieeran perpretado si la mente hubiese estado clara y libre de la influencia de estimulantes o sustancias que nublan la mente.

Satanás domina la mente paralizada. Miles de personas están continuamente vendiendo vigor físico, mental y moral por el placer del gusto. Cada facultad tiene su oficio distintivo, pero todas tienen una relación de dependencia mutua. Si se conserva cuidadosamente el equilibrio, serán guardadas en acción armoniosa. Ninguna de estas facultades puede valuarse en billetes y monedas. Sin embargo, se las vende por un buen almuerzo, por alcohol o por tabaco. Paralizadas estas facultades por la complacencia del apetito, Satanás domina la mente y lleva a cometeer toda suerte de crímenes y maldades.

¿Fumarán las mujeres? Dios no quiera que la mujeer se rebaje a usar esta asquerosa y entontecedora sustancia. Cuán repugnante es el cuadro que uno puede imaginarse, de una mujeer cuyo aliento esté envenenado por el tabaco. Uno se estremece al pensar en los niñitos que rodean con los brazos sus cuellos y ponen sus labios frescos y puros sobre los labios de esa madre, manchados y contaminados por el desagradable fluido y el olor del tabaco. Sin embargo, este cuadro resalta como más repugnante porque es menos frecuente que el que ofrece el padre, el señor de la casa, que se contamina con esta repugnante mala hierba. No es de extrañar que veamos niños apartarde del beso del padre al cual aman, y si lo besan no lo hacen en los labios, sino en la mejilla o en la frente, donde sus labios puros no serán contaminados.


El único camino seguro. Mucchas son las tentaciones que acosan por todos lados a los jóvenes para arruinarles el futuro, tanto de este mundo como del venidero. Pero el único camino seguro para jóvenes y viejos es vivir en estricta conformidad con los principios de la ley física y moral. El camino de la obediencia es el único que lleva al cielo. Los esclavos del alcohol y del tabaco darían, a veces, cualquier cantidad de dinero, si al hacerlo pudiesen vencer su apetito por esas complacencias que destruyen cuerpo y alma. Los que no quieran someter al dominio de la razón los apetitos y las pasiones, los complacerán a expensas [del cumplimiento de] obligaciones físicas y morales.


El podeer esclavizador del tabaco. Al atar sobre los hombres el terrible hábito del tabaco, Satanás se propone paralizar el cerebro y confundir el juicio, de manera que no se disciernan las cosas sagradas. Una vez formado el apetito por esta sustancia nociva, se apodera firmemente de la mente y de la voluntad del hombre, el cual está en cautiveerio bajo su poder. Satanás tiene el dominio de la voluntad, y las realidades eternas son eclipsadas. El hombre no puede erguirse en la virilidad que Dios le ha dado; es un esclavo del apetito pervertido.

Los que aseguran que el tabaco no les perjudica pueden convencerse de su error absteniéndose del mismo durante unos pocos días; los nervios agitados, la cabeza aturdida, la irritabilidad que sienten les probarán que esta complacencia pecaminosa los ha reducido a la servidumbre. Ha vencido el poder de la voluntad. Son esclavos de un vicio terrible en sus resultados.


El testimonio de los que vencieron. Al dirigir en cierta oportuniddad la palabra, pedimos que se levantaran aquellos que habían sido adictos al uso del tabaco, pero que habían dejado de serlo por causa de la luz que habían recibido mediante la verdad. En respuesta se levantaron entre treinta y cinco y cuarenta personas, diez o doce de las cuales eran mujerees. Luego invitamos a que se levantaran aquellos a quienes los médicos les habían dicho que sería fatal para ellos dejar el uso del tabaco, porque se habían acostumbrado tanto a su estímulo artificial que no podrían vivir sin él. En respuesta se levantaron ocho personas, cuyos rostros indicaban sanidad mental y física.


Una advertencia contra la presunción. Padres, amonestad a vuestros hijos contra el pecado de la presunción. Enseñadles que es presunción alimentar el apetito por el tabaco, el alcohol o cualquier cosa dañina. Enseñadles que sus cuerpos son propiedad de Dios. Son suyos por creación y por redención. No son dueños de sí mismos, porque han sido comprados por precio. Enseñadles que el cuerpo es el templo de Dios y que no debe ser debilitado y enfermado por la complacencia del apetito.

El Señor no creó la enfermedad y la debilidad que hoy se ven en los cuerpos y en las mentes de la raza humana. El enemigo ha hecho esto. Él desea debilitar el cuerpo, sabiendo que es el único medio por el cual pueden desarrollarse la mente y el alma para edificar un carácter simétrico. Los hábitos que son contrarios a las leyes de la naturaleza batallan constantemente contra el alma.

Dios os llama a hacer una obra que mediante su gracia podéis hacer. ¿Cuántos cuerpos sanos hay que puedan ser presentados a Dios como un sacrificio que él aceptará en su servicio? ¿Cuántos pueden presentarse con la virilidad o femineidad que Dios les ha dado? ¿Cuántos pueden hacer gala de una pureza de gustos, apetitos y hábitos que puedan compararse con la de Daniel? ¿Cuántos tienen nervios calmados, mente clara y juicio sano?

La Temperancia, págs. 49–55.

Doctrinas Correctas, Vidas sin Cristo

Por Russell Standish
Algunos se identifican a sí mismos como “adventistas del séptimo día genuinos” , unos pocos se denominan “adventistas del séptimo día congregacionales, ” otros “adventistas del séptimo día independientes, ” otros “adventistas del séptimo día históricos,” mientras que otros prefieren ser conocidos simplemente como “adventistas del séptimo día.” Pero esta minoría en la iglesia mundial de Dios comparte un interés profundo en preservar las doctrinas bíblicas de su iglesia, sin tener en cuenta su designación. Cada uno deplora la destrucción de las verdades de Dios no solamente de parte de ciertos profesores del seminario teológico, sino de nuestras casas publicadoras y aún de muchos administraddores y ministros de la Iglessia. Esta preocupación es apropiada.

Sin embargo, es tiempo de que aquellos de nosotros, de los cuales yo soy uno, que reconocemos estas tendencias aterradoras en nuestra iglesia, examinemos nuestras almas y motivos. En mis devociones diarias, mietras estudio con un espíritu de oración la Escritura y el espíritu de profecía, encuentro muchas razones para examinar mi propio corazón.
Que me siento profundamente apenado acerca de la apostasía manifestada dentri de nuestro medio, es indiscutible. El sueño de toda mi niñez de que nuestra iglesia era pura y santa, ha sido destrozado por hechos demassiado prolíficos y evidentes como para ser ignorados. Sé en mi corazón que atesoro el sencillo testimonio de la Escritura y el espíritu de profecía. Miles comparten mis convicciones y emociones, pero esto no es suficiente. Gastamos muchas horas y soportamos días agotadores respondiendo al llamado de proclamar las verdades poco escuchadas en todo el mundo. Pero esto no es suficiente.

Es a nosotros a quienes Dios habla: “Yo sé tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos; y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado arduamente por amor de mi nombre, y no has desmayado. Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. Recuerda, por tanto, de donde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vengo enseguida a ti y quitaré tu candelero de su lugar si no te arrepientes.” Apocalipsis 2: 2-5.

¿Estamos en serio peligro de que nuestro candelero sea quitado de su lugar? ¿Tenemos necesidad de arrepentimiento? ¿Nosotros? Pero, hemos testificado tan fielmente. Hemos soportado toda forma de desprecio. Hemos permanecido firmes aunque se desplomen los cielos. Amamos la verdad. De seguro esta condenación debe ser aplicada a quienes están destruyendo la fe. ¡Con seguridad no a nosotros!

¡Si, a nosotros! “Nuestras doctrinas pueden ser correctas; podemos aborrecer las falsas doctrinas y no recibir a los que no son leales a los principios; podemos trabajar con energía incansable; pero aún esto no es suficiente. ¿Cuál es nuestro motivo? ¿Por qué se nos llama al arrepentimiento? Mensajes Selectos, tomo 1, pág. 434.
¿Cuál es nuestro problema _el mayor de aquellos de nosotros que somos leales a la verdad de Dios y a la pureza de sus normas? La Hna. White. Describe sencillamente nuestro mayor peligro: “Vea cada uno si al contender por la verdad, si al debatir acerca de la teoría, no ha perdido el tierno amor de Cristo.” Ibid.

Ésta es una declaración solemne para que cada uno de nosotros la considere bajo la dirección del Espíritu Santo. Con toda honestidad, la vasta mayoría de nosotros debe confesar que en ocasiones, la defensa de la verdad ha llegado a ser materia que se relaciona con el amor propio en lugar del humilde deseo de defender la fe de nuestro Salvador. “ ¿No hay peligro de que muchos avancen en una profesión de la verdad, haciendo obra misionera, al paso que el amor de Cristo no ha sido entretejido en el trabajo?” Ibid. Sí, si lo hay. ¿Amamos a los administradores de la iglesia que promueven el error, o los despreciamos y los difamamos? ¿Buscamos su salvación? ¿Llena nuestros corazones el amor de Cristo por ellos?

¿Experimentamos un sentido de regocijo, aunque sea pequeño, cuando se expone otra abominación de aquellos que nos tratan injustamente? ¿O como Cristo, anhelamos su salvación, lloramos por su caídda y oramos por su restauración?

Pero seguramente creemos, que Dios está muy contento cuando predicamos su verdad, no sólo dentro de la iglesia, sino también en el mundo. ¿No estamos cumpliendo su comisión divina de predicar en cada rincón de la tierra? ¿No se asienta en los libros de registro nuestro fiel testimonio? “No es suficiente una creencia en la teoría de la verdad. El presentar esa teoría a los incrédulos no os constituye en testigos para Cristo.” Ibid. pág. 435. La Hna. White explica que para ser testigos genuinos, nuestros corazones deben ser alegrados con la luz que él nos ha revelado y que este es un elemento esencial en nuestra experiencia y nuestra obra. De cada uno de nosotros se requiere una obligación más profunda de la que ahora poseemos. Debemos suplicar que nuestro Señor restaure esto en nosotros.
Por Russell Standish
Tenemos la verdad. Sobre este asunto no tenemos la menor duda. Vociferamos el hecho de que tenemos una gran comprensión de la enorme responsabilidad que Dios ha colocado sobre nosotros. Afirmamos tener un celo para cumplir su mandato. Sentimos que es un privilegio servirle. Pero, “los que tienen verdades tan grandes, reformas tan decisivas que presentar a la gente, no han comprendido el valor del sacrificio expiatorio como una expresión del gran amor de Dios hacia el hombre. El amor a Jesús y el amor de Jesús por los pecadores fueron eliminados de la experiencia religiosa de los que han sido comisionados para predicar el Evangelio, y el yo ha sido exaltado en lugar del Redentor de la humanidad.” Ibid.

Nuestro ruego es que haya un testimonio centrado en Cristo, un testimonio demostrado por nuestro Salvador. Que nuestro Dios disipe nuestra orgullosa complacencia y nos llene con su Espírtu a medidda que comprendemos su santo llamado.

Le invitamos a leer gratuitamente en le internet el precioso libro El Deseado de Todas las Gentes, el cual ha sido llamado el más hermoso libro que se haya escrito sobre la vida de Cristo.
Lo encontrará aqui: http://life-equals-jesus.org/NextGen/eBooks/Parallel/Bilingual/EGW%20en%20Espanol/DA/eDAtoc.html