Thursday, November 26, 2009

El Tabaco


1. Efectos del uso del tabaco

Efectos en el cuerpo. El tabaco es un veneno lento e insidioso, y sus efectos son más difíciles de eliminar del organismo que los del alcohol.

El uso del tabaco es un hábito que con frecuencia afecta el sistema neervioso de una manera más poderosa que el uso del alcohol. Ata a la víctima con lazos de esclavitud aún más fuertes de los de la copa embriagante; el hábito es más difícil de vencer. En muchos casos, cuerpo y mente están intoxicado más profundamente con el uso del tabaco que con los licores espirituosos, porque es un veneno más sutil.

Los que usan tabaco son culpables ante Dios. El tabaco, en cualquier forma que se lo use, afecta el organismo. Es un veneno lento. Afecta el cerebro y ofusca la facultad de razonar, de manera que la mente no puede discernir claramente las cosas espirituales, especialmente aquellas verdades que tendrían una tendencia para corregir esta corrupta complacencia. Los que usan el tabaco en cualquier forma no son limpios delante de Dios. Es imposible para ellos glorificar a Dios con semejante práctica corrupta en sus cuerpos y en sus espíritus, que son de Dios. Y mientras sigan usando venenos lentos pero seguros, que están arruinando su salud y rebajando las facultades de la mente, Dios no puede aprobarlos. Puede tener misericordia de ellos mientras se complacen en este hábito pernicioso sin saber el daño que les está haciendo, pero cuando se les presenta el asunto en su verdadera luz, entonces son culpables delante de Dios si siguen complaciendo este indecoroso apetito.

Disminuye la resistencia y debilita las facultades de recuperación. El poder sanador de Dios gobierna sobre toda la naturaleza. Si un ser humano se corta la carne o se rompe un hueso, la naturaleza comienza inmediatamente a curar la herida, preservando de esta forma la vida del hombre. Pero el hombre puede colocarse en una posición donde la naturaleza es estorbada, de modo que no puede hacer su obra. . . Si se usa tabaco, . . . . el poder sanador de la naturaleza se debilita en mayor o menor medida.

La siembra y la cosecha. Recuerden viejos y jóvenes que ante toda violación de las leyes de la vida la naturaleza hará sentir su protesta. El castigo caerá sobre las facultades tanto mentales como físicas, y no se detendrá en el que practica este hábito con culpable liviandad. Los efectos de su mala conducta se ven en su descendencia, y así los males hereditarios se transmiten hasta la tercera y la cuarta generacion. Pensad en esto, padres, cuando os complacéis con el tabaco, esa sustancia nociva que ofusca la mente y el alma. ¿Adónde os llevará esta práctica? ¿A quién afectará, además de vosotros?

Entre los niños y jóvenes el uso del tabaco hace un daño incalculable. Las prácticas malsanas de las generaciones pasadas afectan a los niños y jóvenes de hoy. La incapacidad mental, la debilidad física, las perturbaciones nerviosas y los deseos antinaturales se transmiten como un legado de padres a hijos. Y las mismas prácticas, seguidas por los hijos, aumentan y perpetúan los malos resultados. A esta causa se debe en gran parte la deterioración física, mental y moral que produce tanta alarma.

Los muchachos empiezan a hacer uso del tabaco a edad muy temprana. El hábito que adquieren cuando el cuerpo y la mente son particularmente susceptibles a sus efectos, socava la fuerza física, impide el crecimiento del cuerpo, embota la inteligencia y corrompe la moralidad.

Comienzo de la intemperancia del tabaco. No hay apetito narural por el tabaco en la naturaleza, a menos que sea heredado.
Por el uso del té y del café se forma un apetito por el tabaco.

Los alimentos a base de carne y altamente sazonados, y el té y el café cuyo consumo algunas madres fomentan en sus hijos, los preparan para desear esimulantes más fuertes, como el tabaco. El uso de éste despierta el deseo de ingerir bebidas alcohólicas.



El alimento preparado con condimentos y especias, inflama el estómago, corrompe la sangre y prepara el camino para estimulantes más fuertes. Produce debilidad nerviosa, impaciencia y falta de dominio propio. Luego siguen el tabaco y la copa de vino.

Vidas sacrificadas. El alcohol y el tabaco contaminan la sangre de los hombres, y miles de vidas se sacrifican cada año a estos venenos.

La naturaleza hace todo lo que puede para eliminar el tabaco, sustancia venenosa, pero a menudo es vencida. Renuncia a la lucha para eliminar al intruso, y la vida se sacrifica en el conflicto.

Usar tabaco es suicidarse. Dios requiere pureza de corazón y limpieza personal ahora, tanto como cuando dio sus instrucciones especiales a los hijos de Israel. Si Dios fue tan minuciosoen exigir la limpieza de aquellos que estaban viajando en el desierto, que estaban casi todo el tiempo al aire libre, no requiere menos de nosotros que vivimos en casas techadas donde las impurezas son más visibles, y que tenemos un ambiente menos saludable. El tabaco es un veneno de la especie más engañosa y maligna porque tiene una influencia, excitante primero y luego paralizadora, sobre los nervios del cuerpo. Es tanto más peligroso porque sus efectos en el organismo son muy lentos y al principio difíciles de ser apreciados. Multitudes han caído víctimas dee su influencia venenosa. Ciertamente se han suicidado mediante este lento veneno. Preguntamos: ¿Cuál será su despertar en la mañana de la resurrección?

No hay defensa. La intemperancia de cualquier especie es como un grillete que tiene asidos a los seres humanos. Los embriagados por el tabaco se están multiplicando. ¿Qué diremos de este mal? Es sucio; nubla la mente; embota los sentidos; encadena la voluntad; mantiene a sus víctimas en la esclavitudd de hábitos difíciles de venceer; tiene a Satanás por abogado. Destruye las claras percepciones de la mente de manera que el pecado y la corrupción no pueden distinguirse de la verdad y la santidad. Este apetito por el tabaco es autodestructor. Lleva a un anhelo por algo más fuerte: los vinos y bebidas fermentadas, todos los cuales son embriagantes.

2. La influencia contaminadora y desmoralizadora del tabaco

Lo encontramos en todas partes. Doquiera vayamos, encontramos al aficionado al tabaco que está debilitando mente y cuerpo con su complacencia favorita. ¿Tienen derecho los hombres a privar a su Hacedor y al mundo del servicio que les corresponde? . . .

Es un hábito repugnante qque contamina al que lo practica y es muy molesto para los demás. Difícilmente podemos pasar a través de una muchedumbre sin que los hombres nos arrojen al rostro su aliento envenenado. Es desagradable, sino peligroso, permanecer en un vagón de tren o en una habitación donde la atmósfera esté impregnada de los olores del alcohol y del tabaco.

Maldice y mata. Mujeres y niños sufren por tener que respirar en la atmósfera que ha sido contaminada por la pipa, el cigarro, o el pestilente aliento del que usa tabaco. Los que viven en esta atmósfera siempre estarán enfermos.

Los pulmones de los niños sufren y se enferman al inhalar la atmósfera de una habitación envenenada por el aliento corrompido del que usa tabaco. Muchos niños se envenenan inevitablemente al dormir en las camas con sus padres fumadores. Al inhalar los efluvios venenosos del tabaco, arrojados de los pulmones y eliminados por los poros de la piel, el organismo del niño se llena de veneno. Mientras que en algunos niños actúa como un veneno lento y afecta el cerebro, el corazón, el hígado y los pulmones, que se van debilitando y desmejorando paulatinamente, en otros tiene una influencia más directa, produciendo espasmos, ataques, parálisis y muerte repentina.

Los padres adoloridos lloran la pérdidda de sus amados, y se preguntan el porqué de los misteriosos caminos de Dios, quien los ha afligido tan cruelmente, cuando la Providencia no dispuso la muerte de esos niños. Murieron mártires del corrompido deseo de tabaco. Cada exhalación de los pulmones del esclavo del tabaco envenena el aire a su alrededor.

Un factor del aumento del crimen. El uso del tabaco y de las bebidas alcohólicas tiene mucho que ver con el aumento de la enfermedad y el crimem.

El uso de licores o del tabaco destruye los nervios sensitivos del cerebro y obnubila la facultad de razonar. Bajo su influencia se cometen crímenes que no se hubieeran perpretado si la mente hubiese estado clara y libre de la influencia de estimulantes o sustancias que nublan la mente.

Satanás domina la mente paralizada. Miles de personas están continuamente vendiendo vigor físico, mental y moral por el placer del gusto. Cada facultad tiene su oficio distintivo, pero todas tienen una relación de dependencia mutua. Si se conserva cuidadosamente el equilibrio, serán guardadas en acción armoniosa. Ninguna de estas facultades puede valuarse en billetes y monedas. Sin embargo, se las vende por un buen almuerzo, por alcohol o por tabaco. Paralizadas estas facultades por la complacencia del apetito, Satanás domina la mente y lleva a cometeer toda suerte de crímenes y maldades.

¿Fumarán las mujeres? Dios no quiera que la mujeer se rebaje a usar esta asquerosa y entontecedora sustancia. Cuán repugnante es el cuadro que uno puede imaginarse, de una mujeer cuyo aliento esté envenenado por el tabaco. Uno se estremece al pensar en los niñitos que rodean con los brazos sus cuellos y ponen sus labios frescos y puros sobre los labios de esa madre, manchados y contaminados por el desagradable fluido y el olor del tabaco. Sin embargo, este cuadro resalta como más repugnante porque es menos frecuente que el que ofrece el padre, el señor de la casa, que se contamina con esta repugnante mala hierba. No es de extrañar que veamos niños apartarde del beso del padre al cual aman, y si lo besan no lo hacen en los labios, sino en la mejilla o en la frente, donde sus labios puros no serán contaminados.


El único camino seguro. Mucchas son las tentaciones que acosan por todos lados a los jóvenes para arruinarles el futuro, tanto de este mundo como del venidero. Pero el único camino seguro para jóvenes y viejos es vivir en estricta conformidad con los principios de la ley física y moral. El camino de la obediencia es el único que lleva al cielo. Los esclavos del alcohol y del tabaco darían, a veces, cualquier cantidad de dinero, si al hacerlo pudiesen vencer su apetito por esas complacencias que destruyen cuerpo y alma. Los que no quieran someter al dominio de la razón los apetitos y las pasiones, los complacerán a expensas [del cumplimiento de] obligaciones físicas y morales.


El podeer esclavizador del tabaco. Al atar sobre los hombres el terrible hábito del tabaco, Satanás se propone paralizar el cerebro y confundir el juicio, de manera que no se disciernan las cosas sagradas. Una vez formado el apetito por esta sustancia nociva, se apodera firmemente de la mente y de la voluntad del hombre, el cual está en cautiveerio bajo su poder. Satanás tiene el dominio de la voluntad, y las realidades eternas son eclipsadas. El hombre no puede erguirse en la virilidad que Dios le ha dado; es un esclavo del apetito pervertido.

Los que aseguran que el tabaco no les perjudica pueden convencerse de su error absteniéndose del mismo durante unos pocos días; los nervios agitados, la cabeza aturdida, la irritabilidad que sienten les probarán que esta complacencia pecaminosa los ha reducido a la servidumbre. Ha vencido el poder de la voluntad. Son esclavos de un vicio terrible en sus resultados.


El testimonio de los que vencieron. Al dirigir en cierta oportuniddad la palabra, pedimos que se levantaran aquellos que habían sido adictos al uso del tabaco, pero que habían dejado de serlo por causa de la luz que habían recibido mediante la verdad. En respuesta se levantaron entre treinta y cinco y cuarenta personas, diez o doce de las cuales eran mujerees. Luego invitamos a que se levantaran aquellos a quienes los médicos les habían dicho que sería fatal para ellos dejar el uso del tabaco, porque se habían acostumbrado tanto a su estímulo artificial que no podrían vivir sin él. En respuesta se levantaron ocho personas, cuyos rostros indicaban sanidad mental y física.


Una advertencia contra la presunción. Padres, amonestad a vuestros hijos contra el pecado de la presunción. Enseñadles que es presunción alimentar el apetito por el tabaco, el alcohol o cualquier cosa dañina. Enseñadles que sus cuerpos son propiedad de Dios. Son suyos por creación y por redención. No son dueños de sí mismos, porque han sido comprados por precio. Enseñadles que el cuerpo es el templo de Dios y que no debe ser debilitado y enfermado por la complacencia del apetito.

El Señor no creó la enfermedad y la debilidad que hoy se ven en los cuerpos y en las mentes de la raza humana. El enemigo ha hecho esto. Él desea debilitar el cuerpo, sabiendo que es el único medio por el cual pueden desarrollarse la mente y el alma para edificar un carácter simétrico. Los hábitos que son contrarios a las leyes de la naturaleza batallan constantemente contra el alma.

Dios os llama a hacer una obra que mediante su gracia podéis hacer. ¿Cuántos cuerpos sanos hay que puedan ser presentados a Dios como un sacrificio que él aceptará en su servicio? ¿Cuántos pueden presentarse con la virilidad o femineidad que Dios les ha dado? ¿Cuántos pueden hacer gala de una pureza de gustos, apetitos y hábitos que puedan compararse con la de Daniel? ¿Cuántos tienen nervios calmados, mente clara y juicio sano?

La Temperancia, págs. 49–55.

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