Por Russell Standish
Algunos se identifican a sí mismos como “adventistas del séptimo día genuinos” , unos pocos se denominan “adventistas del séptimo día congregacionales, ” otros “adventistas del séptimo día independientes, ” otros “adventistas del séptimo día históricos,” mientras que otros prefieren ser conocidos simplemente como “adventistas del séptimo día.” Pero esta minoría en la iglesia mundial de Dios comparte un interés profundo en preservar las doctrinas bíblicas de su iglesia, sin tener en cuenta su designación. Cada uno deplora la destrucción de las verdades de Dios no solamente de parte de ciertos profesores del seminario teológico, sino de nuestras casas publicadoras y aún de muchos administraddores y ministros de la Iglessia. Esta preocupación es apropiada.
Sin embargo, es tiempo de que aquellos de nosotros, de los cuales yo soy uno, que reconocemos estas tendencias aterradoras en nuestra iglesia, examinemos nuestras almas y motivos. En mis devociones diarias, mietras estudio con un espíritu de oración la Escritura y el espíritu de profecía, encuentro muchas razones para examinar mi propio corazón.
Que me siento profundamente apenado acerca de la apostasía manifestada dentri de nuestro medio, es indiscutible. El sueño de toda mi niñez de que nuestra iglesia era pura y santa, ha sido destrozado por hechos demassiado prolíficos y evidentes como para ser ignorados. Sé en mi corazón que atesoro el sencillo testimonio de la Escritura y el espíritu de profecía. Miles comparten mis convicciones y emociones, pero esto no es suficiente. Gastamos muchas horas y soportamos días agotadores respondiendo al llamado de proclamar las verdades poco escuchadas en todo el mundo. Pero esto no es suficiente.
Es a nosotros a quienes Dios habla: “Yo sé tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos; y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado arduamente por amor de mi nombre, y no has desmayado. Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. Recuerda, por tanto, de donde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vengo enseguida a ti y quitaré tu candelero de su lugar si no te arrepientes.” Apocalipsis 2: 2-5.
¿Estamos en serio peligro de que nuestro candelero sea quitado de su lugar? ¿Tenemos necesidad de arrepentimiento? ¿Nosotros? Pero, hemos testificado tan fielmente. Hemos soportado toda forma de desprecio. Hemos permanecido firmes aunque se desplomen los cielos. Amamos la verdad. De seguro esta condenación debe ser aplicada a quienes están destruyendo la fe. ¡Con seguridad no a nosotros!
¡Si, a nosotros! “Nuestras doctrinas pueden ser correctas; podemos aborrecer las falsas doctrinas y no recibir a los que no son leales a los principios; podemos trabajar con energía incansable; pero aún esto no es suficiente. ¿Cuál es nuestro motivo? ¿Por qué se nos llama al arrepentimiento? Mensajes Selectos, tomo 1, pág. 434.
¿Cuál es nuestro problema _el mayor de aquellos de nosotros que somos leales a la verdad de Dios y a la pureza de sus normas? La Hna. White. Describe sencillamente nuestro mayor peligro: “Vea cada uno si al contender por la verdad, si al debatir acerca de la teoría, no ha perdido el tierno amor de Cristo.” Ibid.
Ésta es una declaración solemne para que cada uno de nosotros la considere bajo la dirección del Espíritu Santo. Con toda honestidad, la vasta mayoría de nosotros debe confesar que en ocasiones, la defensa de la verdad ha llegado a ser materia que se relaciona con el amor propio en lugar del humilde deseo de defender la fe de nuestro Salvador. “ ¿No hay peligro de que muchos avancen en una profesión de la verdad, haciendo obra misionera, al paso que el amor de Cristo no ha sido entretejido en el trabajo?” Ibid. Sí, si lo hay. ¿Amamos a los administradores de la iglesia que promueven el error, o los despreciamos y los difamamos? ¿Buscamos su salvación? ¿Llena nuestros corazones el amor de Cristo por ellos?
¿Experimentamos un sentido de regocijo, aunque sea pequeño, cuando se expone otra abominación de aquellos que nos tratan injustamente? ¿O como Cristo, anhelamos su salvación, lloramos por su caídda y oramos por su restauración?
Pero seguramente creemos, que Dios está muy contento cuando predicamos su verdad, no sólo dentro de la iglesia, sino también en el mundo. ¿No estamos cumpliendo su comisión divina de predicar en cada rincón de la tierra? ¿No se asienta en los libros de registro nuestro fiel testimonio? “No es suficiente una creencia en la teoría de la verdad. El presentar esa teoría a los incrédulos no os constituye en testigos para Cristo.” Ibid. pág. 435. La Hna. White explica que para ser testigos genuinos, nuestros corazones deben ser alegrados con la luz que él nos ha revelado y que este es un elemento esencial en nuestra experiencia y nuestra obra. De cada uno de nosotros se requiere una obligación más profunda de la que ahora poseemos. Debemos suplicar que nuestro Señor restaure esto en nosotros.
Por Russell Standish
Tenemos la verdad. Sobre este asunto no tenemos la menor duda. Vociferamos el hecho de que tenemos una gran comprensión de la enorme responsabilidad que Dios ha colocado sobre nosotros. Afirmamos tener un celo para cumplir su mandato. Sentimos que es un privilegio servirle. Pero, “los que tienen verdades tan grandes, reformas tan decisivas que presentar a la gente, no han comprendido el valor del sacrificio expiatorio como una expresión del gran amor de Dios hacia el hombre. El amor a Jesús y el amor de Jesús por los pecadores fueron eliminados de la experiencia religiosa de los que han sido comisionados para predicar el Evangelio, y el yo ha sido exaltado en lugar del Redentor de la humanidad.” Ibid.
Nuestro ruego es que haya un testimonio centrado en Cristo, un testimonio demostrado por nuestro Salvador. Que nuestro Dios disipe nuestra orgullosa complacencia y nos llene con su Espírtu a medidda que comprendemos su santo llamado.
Le invitamos a leer gratuitamente en le internet el precioso libro El Deseado de Todas las Gentes, el cual ha sido llamado el más hermoso libro que se haya escrito sobre la vida de Cristo.
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Creo que caminamos en la misma dirección. La iglesia necesita más de Cristo y menos de nosotros.
ReplyDeleteQue el Señor lo bendiga ricamente.
Lo invito a leer mi blog en http://willygrossklaus.blogspot.com