Thursday, July 1, 2010

Rincón Médico Misionero--Parte 3


“Si queremos que nuestras casas sean moradas de salud y de dicha, tenemos que situarlas en lugar alto, fuera del alcance de los miasmas y las neblinas de las tierras bajas, y permitir que entren libremente en ellas los agentes vivificantes del cielo. No haya pesadas cortinas, ni enredaderas que, por muy hermosas que sean, hagan sombra a las ventanas; ábranse éstas y sus persianas, y no se deje que crezcan árboles tan cerca de la casa que quiten la luz del sol. El sol podrá ajar cortinas y alfombras y deslucir los marcos de los cuadros; pero en cambio hermoseará con los colores de la salud las mejillas de los niños.” El Ministerio de Curación, pág. 209.
“Si habéis de hacer que vuestros hogares sean dulces e atractivos, hacedlos resplandecer con aire y luz solar. Moved vuestras pesadas cortinas, abrid las ventanas, removed las persianas y gozad de la rica luz solar, aún cuando sea a expensas de los colores de vuestras alfombras. La preciosa luz solar puede desteñir vuestras carpetas pero le dará un color saludable a las mejillas de vuestros niños. Si tenéis la presencia de Dios y poseéis un corazón amoroso y ferviente, un hogar humilde, que brilla con aire y luz solar, y la alegría de la hospitalidad desinteresada, será para vuestra familia o para el viajero cansado, un cielo aquí abajo.” Testimonies, tomo 2, pág. 527.

“Es privilegio del cristiano relacionarse con la Fuente de luz, y mediante esta conexión viviente llegar a ser una luz para el mundo. Los verdaderos seguidores de Cristo andarán en la luz como él está en luz, y por lo tanto no viajarán con incertidumbre, tropezando en las tinieblas. El gran Maestro les concede a sus oyentes las bendiciones que ellos deben comunicar al mundo, representadas como el sol que se levanta por el este y que disipa las brumas y las sombras de las tinieblas. La aurora da lugar al día. El sol, dorado primero, luego con un matriz más intenso, y finalmente alumbrando los cielos con su llama de luz es un símbolo de la vida cristiana. Así como la luz del sol es luz, vida y bendición para todos los que viven, así los cristianos, mediante sus buenas obras, su gozo y valor, deberían ser la luz del mundo. Así como la luz del sol disipa las tinieblas de la noche y derrama sus glorias en los valles y las montañas, así los cristianos deben reflejar el Sol de Justicia que brilla sobre ellos.” Nuestra Elevada Vocación, pág. 298.


Concluido.


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