Ni un solo hilo de egoísmo debe ser atraído a la estructura
del carácter que estamos tejiendo. Para continuar sin temor, debemos saber que
una mano todopoderosa nos sostendrá, y una humanidad infinita en Cristo se
compadecerá de nosotros. Pero no nos permitamos compadecernos a nosotros mismos,
porque esto no es lo que hay que hacer. No es suficiente para nosotros tener fe
en la ley y la fuerza, cosas que no tienen piedad, y nunca escuchan el clamor
por ayuda. Necesitamos aferrarnos una mano que sea cálida y confiar en un
corazón lleno de amor y ternura. Nunca debemos sentir que no hay peligro,
pensando: "Tengo una gran experiencia, nunca voy a caer". Dios
permite que los más sabios sean llevados a las circunstancias que revelan su
debilidad humana. Nos encontraremos con obstáculos a lo largo del camino hacia
el cielo, pero si permanecemos en Cristo, el yo no aparecerá de muchas maneras.
"Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor
Jesucristo, andad en él; arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en
la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias." Por
la fe, recibimos al Señor Jesús. Por la fe, estamos unidos a él. Por la fe
estamos enraizados y establecidos en él. Estamos unidos con Cristo. No debemos
perder nuestro primer amor. Él hará cada día por nosotros arrepentidos,
creyentes pecadores tanto como hizo cuando le entregáramos nuestros corazones
por primera vez. Notebook leaflets, tomo 1 pág. 31.
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